lunes, 23 de diciembre de 2013

Libros prohibidos

Cuando las dos estuvieron dentro de la habitación de Anabel, ésta cerró la puerta y encendió la lamparita de la mesilla. Lea, con los ojos dando vueltas por la estancia, preguntó sorprendida:
-¿Vives aquí? Joder, que suerte.
-Bueno, sí. Trabajo aquí y este es el apartamento donde me instalo.- Lea soltó un silbido de admiración y se sentó en la cama, mirando a Anabel expectante.
-No me mires así, aquí la que tiene que dar explicaciones eres tú.-la joven suspiró, y empezó su relato.
-Está bien.-levantó las manos en señal de rendición.- El año pasado, yo volvía del colegio. Entonces, noté que un hombre me seguía y lo reconocí porque había salido en el periódico, decían que atracaba a personas mayores y niños. Total, que empecé a correr y me perdió de vista. Por si acaso, mi inteligencia suprema y excepcional me dijo que me metiera por estas calles porque son muy laberínticas, lo que no pensé es que me podría perder yo, pero bueno. Y al final, llegué a un callejón sin salida en el que había una vidriera, miré por ella y... Voilà! Una biblioteca enorme llena de libros. Así que abrí la vidriera y me colé dentro. Y como vivo cerca de aquí, las noches que no puedo dormir vengo a leer.
-¿Y que libros lees?-Anabel recordó que en La Biblioteca estaban almacenados los libros del Sumus Libri, no los que podía leer cualquier persona.
-Pues no sé. Los que me llaman más la atención, supongo. Son unos libros raros de la leche, en serio, pero tienen algo muy interesante y curioso. No sé cómo explicarlo.
-Ya veo. Pero, ¿de qué tratan? No sé, por ejemplo, ¿de qué trata el que estabas leyendo antes?
-No tienen un argumento, no son historias. Son... Teorías. Sí, exacto. Ese en concreto habla sobre el Limbo.
-¿El Limbo? Ay madre, ¿no serán los típicos libros que te lavan el cerebro, verdad? Dios, es una maldita secta. Me he...
-¡Para, stop, silencio! ¿Qué estás diciendo? No, no son esos libros. Te exponen teorías que nunca antes nadie se ha planteado, y te las explican solo para saciar tu curiosidad. ¡Son realmente interesantes y fascinantes!
-No deberías leerlos, pertenecen a una comunidad secreta, ¿lo entiendes?
-Sí, lo entiendo, y me da igual. A ti que más te da, solo eres la dependienta de la librería, ¿no?
-Mira, haz lo que quieras. Pero si algún día te pillan, no te ayudaré.-Lea soltó una carcajada.
-Ha pasado ya un año desde que empecé a colarme por las noches y ni siquiera sospechan. Aún falta mucho para que me atrapen, y cuando lo hagan, pues dejaré de venir. Fin.
-Tú misma, el que avisa no es traidor.
-Sí, sí, lo que tú digas. ¿Puedo irme ya?
-¿Vas a volver otra vez a La Biblioteca?
-Pues claro, aún es pronto. Apenas son las doce. Hasta otra...
-Anabel, me llamo Anabel.
-Pues eso. ¡Buenas noches!- y salió de la habitación sin hacer ruido, dejando a Anabel debatiéndose entre contar a Izkar lo ocurrido o dejarlo pasar. Luego recordó las palabras de Lea "solo eres la dependienta de la librería" y pensó que tenía razón. Si tenían una adolescente husmeando entre sus libros no era su problema.
Esa noche soñó que era ella la que se colaba por la vidriera y leía los libros prohibidos.

2 comentarios:

  1. Wow... que morro! A mi también me gustaría tener una biblioteca llena de libros geniales para cuando no me puedo dormir :D
    La historia me está enganchando cada vez más, me encanta !! Por cierto, Bon Nadal ♥que pases bien las fiestas ♡!!

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