miércoles, 16 de octubre de 2013

XVIII

Nada más poner los pies fuera de la estación, el sentimiento de incertidumbre que le rondaba por la cabeza fue substituido por el "sexto sentido del turista", como ella lo denominaba. Solo que, en ese caso, no era una simple turista. Recorrió la ciudad con el mapa en una mano y arrastrando la maleta tras de si con la otra, hasta que cansada y sorprendida por no encontrar la librería, optó por ir a preguntar a un punto de información. El señor que la atendió, con el ceño fruncido y aspecto de estar molesto, le dijo que no había ninguna calle llamada "XVIII" por lo que salió de allí con la inquietud corriéndole por las venas. ¿Y si el que había enviado el correo se confundió y la librería que busca está en Andalucía, por ejemplo? No quería dejarse llevar por el pánico, pero la vocecita que antes le hablaba en el tren ahora gritaba a pleno pulmón y creaba carteles con luces de neón. "¡Estás loca, tonta, más que tonta! ¡Lo has abandonado todo y ahora no tienes nada!" repetía sin cesar. Comenzó a caminar y encontró un hostal con aspecto muy austero y sencillo, y reservó una habitación. Después de dejar la maleta, cogió su bolso y decidió que darse por vencida no tenía ningún sentido, así que volvió a la calle y se perdió entre las callejuelas de la ciudad. Intentó pasar por los callejones menos reconocidos, por si había suerte, pero no encontró nada. A las diez de la noche, entró en una cafetería nocturna y pidió un sándwich. El local estaba prácticamente vacío, a excepción de un hombre anciano, quizá de unos 70 años que, como constató con un escalofrío, la observaba fijamente. Apartó la mirada intimidada y entonces el hombre se levantó y comenzó a andar hacia ella. Se detuvo a su lado, lo bastante cerca como para que ella oyese lo que iba a decir en voz baja. "Dieciocho. Sígueme."
"Los carteles de neón de mi cabeza estallaron y dieron paso a una sirena de alarma que invadió mi mente. No solía hacer caso de la razón pero sí de la lógica, y ésta me decía que ese señor era el dueño de la librería que yo buscaba. Me levanté, no sin antes dirigirle una mirada inquisitiva. Entonces, él sonrió de un modo tan afable que hizo que mi teoría cobrara más sentido aún. Salimos del local, y nos adentramos en las calles, en medio de una noche fresca."


2 comentarios:

  1. Mmmm...me gusta, me gusta... aunque a mi si un viejo en una cafetería me dijera que le siga le seguiria pujol por que yo no ajajajaj :'') Sigue con la historia. ES UNA ORDEN !! tekaeme <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya... yo tampoco lo haría, la verdad jajaja
      no te preocupes, tengo pensado hacerla larguita
      yo tekaeme mas <3

      Eliminar