miércoles, 23 de octubre de 2013

Apartamento en una sociedad secreta

Se despertó después de una noche sin sueños ni pesadillas. Recogió sus cosas, pagó en la recepción del hostal y se encaminó hacia la Puerta de Roble. La llave era grande y estaba un poco oxidada, y tuvo que hacer mucha fuerza para conseguir abrir la enorme puerta. Recorrió el largo pasillo y en la sala del sillón desgastado encontró a Izkar. Él le saludó sonriente.
-Vaya, buenos días. Qué puntualidad- rió, una risa cantarina para alguien de su edad.-Sígueme, te mostraré dónde te instalarás. 
La guió, subiendo por unas escaleras que había en una de las puertas del pasillo de entrada. Las escaleras desembocaban en un pasillo corto y estrecho, lleno de puertas en las paredes. Izkar abrió una de ellas y le mostró la habitación. Era de tamaño aceptable, con una cama grande y un armario empotrado, una mesita de noche, un escritorio con una estantería al lado y un pequeño lavabo. La ventana sobre la cama daba a la calle, y en esos momentos la ciudad ya hormigueaba llena de gente. Izkar le explicó que en esa planta estaba todo lo que necesitaba: fue señalando las puertas de la cocina, de un gran baño con una bañera espectacular, de un comedor, del cuarto de la lavadora... Aquello era como un apartamento para ella sola, un apartamento situado encima de la sede de una comunidad secreta. El entusiasmo comenzó a menguar lentamente. Anabel preguntó si ella también debía llevar esa horrible túnica, e Izkar volvió a reír, burlándose de ella claramente.
-Claro que no.-le contestó después-¿Cómo vas a llevar la túnica si trabajarás de cara a un público que desconoce nuestra existencia?
Dicho eso, abandonó la habitación y Anabel abrió su maleta, frustrada porque aún no le había explicado si su trabajo consistiría en ser simplemente una dependienta de la librería. Esa idea no se parecía demasiado a lo que ella entendía por aventura.
"Mientras guardaba mi ropa en el armario, puse en orden todo lo que sabía. Era una sociedad secreta que se dedicaba a vender libros como tapadera, a la vez que vendía ejemplares desconocidos y estrambóticos a los miembros del Sumus Libri. Ah, y la nieta de mi jefe llevaba una túnica que no le había visto a nadie más. Aunque en realidad tampoco había visto a nadie más. Quizás fuera porque era domingo, esperaba y deseaba que fuese por eso. En cuanto terminé de ordenar la habitación y mi mente, bajé las escaleras y fui en busca de Izkar. Pero en la sala del sillón no estaba él. Había un hombre alto y delgado, pero corpulento, aunque con la túnica que llevaba no lo pude distinguir. Cuando entré en la sala se giró bruscamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y luego frunció el ceño de un modo muy poco amistoso. Quise presentarme, pero él dio media vuelta y salió por la puerta que daba a la Biblioteca, dejándome sola con una sensación que no auguraba nada bueno en el pecho."

2 comentarios:

  1. Mmmm vale quien es ese?? que le rebiento toito A MI NO ME FRUNCE EL CEÑO NADIE( pensamientos de Anabel según alba :') ) A por el siguiente capitulo-> ! :3

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