sábado, 31 de agosto de 2013

Chocolate caliente bajo la lluvia

Cada vez que Emily clica el botón de "Publicar" siente como el aliento que ha estado conteniendo inconscientemente escapa. Escribir la relaja pero dar a conocer al mundo sus pensamientos la abruma un poco, siente que muestra su alma en cada relato que escribe. Em se levanta de la silla, camina hacia la ventana y mira al exterior, donde una fina cortina de lluvia sigue cayendo. Sospesa las opciones que tiene: leer con un buen capuccino caliente o salir a pasear. Se decanta por la segunda, aún está convaleciente del último libro que leyó. Se abriga con una gabardina impermeable y se calza las botas de agua, y paraguas en mano sale a la calle.
Decide no ir a ninguna parte en concreto, deja que la guíen sus pies. Respira hondo para inhalar ese aroma a lluvia, tierra mojada y el olor de la primavera. Sus botas chapotean levemente mientras avanza, al mismo tiempo que la lluvia se hace cada vez más fuerte e insistente. Se protege de la súbita tormenta debajo de un balcón y observa divertida como la gente comienza a correr de un lado a otro, como hormigas asustadas. Un cuarto de hora más tarde, la lluvia se ha calmado un poco y Em decide continuar su paseo. Cuando intenta abrir el paraguas, éste no funciona. "Ya tardaba en estropearse, debería haber cogido el otro." piensa mientras recorre la calle con la mirada en busca de una cafetería. Encuentra un pequeño local vintage y se dirige corriendo hacia allí, con los hombros encogidos, aunque eso no evita que las gotas le mojen la cara y el cabello. Al entrar en la cafetería, el olor del chocolate caliente la envuelve dulcemente y se dirige a un taburete de la barra para pedir una taza. De la cortina que sustituye la puerta del almacén, sale un chico joven y, aunque Emily no lo reconocería jamás, bastante atractivo. El pelo corto y negro azabache resalta muchísimo sus ojos verdes, los más verdes que Em ha visto nunca. Cuando esa mirada interrogativa se posa en el rostro de Em, ella se sonroja. "Vaya pintas que llevo, mojada y con el pelo enredado. Menos mal que no me he maquillado." Carraspea suavemente y pide la taza de chocolate caliente. Él asiente y, sin decir palabra, se da media vuelta y trastea con habilidad la máquina de detrás. Ella mira embobada como sus manos expertas preparan su chocolate y piensa cómo es posible que nunca se le ocurriera entrar en este local tan acogedor. Un pitido la saca de sus pensamientos. Su pedido está listo.

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