jueves, 26 de diciembre de 2013

Primer día de trabajo

Despertó deslumbrada por los rayos de sol que entraban por la ventana y incidían directamente sobre su cara. El primer pensamiento que pasó por su cabeza fue: "Hoy empiezo a trabajar." En realidad, estaba bastante sorprendida porque tenía muchas ganas de comenzar con su nuevo empleo, la verdad es que lo necesitaba. Desayunó y a las diez en punto ya estaba detrás del mostrador poniéndolo todo listo. Anabel había trabajado en varias tiendas en su época de estudiante, por lo que sabía perfectamente como funcionaba una máquina registradora, y por eso rechazó (con una falsa sonrisa) las explicaciones de Blanca. La mañana pasó sin ningún acontecimiento digno de mención, salvo que Jack entró por la puerta de la librería vestido con una sudadera y unos vaqueros, le dirigió una mirada a Anabel y se coló por la trastienda tranquilamente. Al mediodía cerró para ir a comer y en La Oficina encontró a Blanca y a Jack sentados frente a un ordenador con gesto concentrado. Pasó de largo sin saludar pero, por desgracia, no pasó desapercibida.
-Eh, Anabel, ¿no saludas?-preguntó Jack, con una sonrisa torcida y burlona. Anabel quiso borrársela de un guantazo. 
-En mi contrato no ponía que tenía que hacerlo. Hasta luego.-Blanca soltó un suspiro exasperado y le dijo malhumorada:
-Siéntate un momento, si eres tan amable.-Anabel entornó los ojos y la miró con cara de mala uva, pero hizo lo que le pidió.
-¿Qué pasa?
-Izkar me ha pedido que te explique lo que tienes que hacer si viene algún afiliado, así que presta atención. ¿Quieres papel y boli para apuntarlo?-se oyó la risa ahogada de Jack y Anabel suspiró dejando claro su cabreo.
-No es necesario, tengo buena memoria. Pero podrías haberme hablado de esto antes de que empezara a trabajar, podría haber llegado alguno por la mañana.
-No, no podría, porque los afiliados solo vienen a partir de las ocho de la tarde, cuando hay menos gente. ¿Puedes escuchar ahora?-el timbre de su voz, como si le estuviera hablando a una niña pequeña, la sacó de quicio. Quiso largarse de allí y dejarla con la palabra en la boca, pero se contuvo.
-Soy toda oídos. 
Blanca le explicó que los afiliados tenían una tarjeta con su propio código. Debía anotar en un cuaderno que estaba en un cajón del mostrador el código, el nombre del libro y del autor, la fecha en que se lo llevaba y dejar un espacio al lado para luego apuntar la fecha en que lo devolvía, y también la firma del afiliado. Anabel se sorprendió de lo riguroso y controlado que estaba todo eso, aunque quizá no debería haberse extrañado tanto. Aunque tan vigilado no debía estar cuando casi cada noche una adolescente se colaba para leer sus libros. Anabel sonrió para sí misma al recordar a Lea. Era una chica muy curiosa, le cayó bien, no pensaba delatarla. Subió a su apartamento y cocinó con la mirada perdida, ensimismada en sus pensamientos. Tenía el presentimiento de que no todos los días iban a ser tranquilos y aburridos, y no supo descifrar si eso la alegraba o la asustaba. Quizá no tenía mucho tiempo para descubrirlo. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Libros prohibidos

Cuando las dos estuvieron dentro de la habitación de Anabel, ésta cerró la puerta y encendió la lamparita de la mesilla. Lea, con los ojos dando vueltas por la estancia, preguntó sorprendida:
-¿Vives aquí? Joder, que suerte.
-Bueno, sí. Trabajo aquí y este es el apartamento donde me instalo.- Lea soltó un silbido de admiración y se sentó en la cama, mirando a Anabel expectante.
-No me mires así, aquí la que tiene que dar explicaciones eres tú.-la joven suspiró, y empezó su relato.
-Está bien.-levantó las manos en señal de rendición.- El año pasado, yo volvía del colegio. Entonces, noté que un hombre me seguía y lo reconocí porque había salido en el periódico, decían que atracaba a personas mayores y niños. Total, que empecé a correr y me perdió de vista. Por si acaso, mi inteligencia suprema y excepcional me dijo que me metiera por estas calles porque son muy laberínticas, lo que no pensé es que me podría perder yo, pero bueno. Y al final, llegué a un callejón sin salida en el que había una vidriera, miré por ella y... Voilà! Una biblioteca enorme llena de libros. Así que abrí la vidriera y me colé dentro. Y como vivo cerca de aquí, las noches que no puedo dormir vengo a leer.
-¿Y que libros lees?-Anabel recordó que en La Biblioteca estaban almacenados los libros del Sumus Libri, no los que podía leer cualquier persona.
-Pues no sé. Los que me llaman más la atención, supongo. Son unos libros raros de la leche, en serio, pero tienen algo muy interesante y curioso. No sé cómo explicarlo.
-Ya veo. Pero, ¿de qué tratan? No sé, por ejemplo, ¿de qué trata el que estabas leyendo antes?
-No tienen un argumento, no son historias. Son... Teorías. Sí, exacto. Ese en concreto habla sobre el Limbo.
-¿El Limbo? Ay madre, ¿no serán los típicos libros que te lavan el cerebro, verdad? Dios, es una maldita secta. Me he...
-¡Para, stop, silencio! ¿Qué estás diciendo? No, no son esos libros. Te exponen teorías que nunca antes nadie se ha planteado, y te las explican solo para saciar tu curiosidad. ¡Son realmente interesantes y fascinantes!
-No deberías leerlos, pertenecen a una comunidad secreta, ¿lo entiendes?
-Sí, lo entiendo, y me da igual. A ti que más te da, solo eres la dependienta de la librería, ¿no?
-Mira, haz lo que quieras. Pero si algún día te pillan, no te ayudaré.-Lea soltó una carcajada.
-Ha pasado ya un año desde que empecé a colarme por las noches y ni siquiera sospechan. Aún falta mucho para que me atrapen, y cuando lo hagan, pues dejaré de venir. Fin.
-Tú misma, el que avisa no es traidor.
-Sí, sí, lo que tú digas. ¿Puedo irme ya?
-¿Vas a volver otra vez a La Biblioteca?
-Pues claro, aún es pronto. Apenas son las doce. Hasta otra...
-Anabel, me llamo Anabel.
-Pues eso. ¡Buenas noches!- y salió de la habitación sin hacer ruido, dejando a Anabel debatiéndose entre contar a Izkar lo ocurrido o dejarlo pasar. Luego recordó las palabras de Lea "solo eres la dependienta de la librería" y pensó que tenía razón. Si tenían una adolescente husmeando entre sus libros no era su problema.
Esa noche soñó que era ella la que se colaba por la vidriera y leía los libros prohibidos.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Incursiones nocturnas

Envuelta en una bata larga de lana, Anabel bajó las escaleras hasta llegar al largo pasillo. Iluminó con la linterna hacia el frente, mientras que con la otra mano iba palpando la pared a tientas. Se obligó a respirar calmada y superficialmente, para no hacer ruido. Se dispuso a abrir la puerta de la sala del sillón, rezando para que estuviera bien engrasada y no chirriase. La madera hizo un leve crujido, pero no estridente. Entró en la estancia y cerró la puerta a su espalda. Iluminó la alta estantería con la linterna, intentando decidir si hojear algunos de los libros o seguir recorriendo los pasillos. Al final, pensó que era mejor primero tantear el terreno y después investigar lo que estaba escrito en esas hojas desgastadas.
Durante un cuarto de hora, visitó todas las habitaciones que conocía, buscando puertas ocultas o estanterías giratorias de esas de las películas, pero no encontró nada relevante. Bastante decepcionada, comenzó a hacer el camino de vuelta hacia su apartamento cuando escuchó un débil sonido. Era algo que se arrastraba suavemente... no, era el ruido de las hojas de un libro al pasarse. Se acercó sigilosamente, atenuando la luz de la linterna empujándola contra su bata. Se encontraba en La Biblioteca, así que tuvo que rodear las altas estanterías hasta dar con una de las mesas situadas en el centro. Sentada en una silla, había una figura menuda, con la cabeza inclinada hacia el libro abierto delante suyo. A su lado había una vela, que proyectaba una bailarina luz sobre las letras del papel. Anabel carraspeó, sintiendo su cuerpo tensarse ante la expectación. La figura se sobresaltó, soltó una exclamación ahogada que sonó como "¡Mierda!", se levantó precipitadamente y salió corriendo. Las piernas de Anabel actuaron más rápido que su cerebro y salió escopeteada detrás del intruso. Lo alcanzó y agarrándolo por el codo le hizo frenar y volverse. Apuntó con el haz de la literna a su cara. Era una chica, que no debía superar los 16 años, pequeña y rubia, con los ojos plateados y pecas en la nariz. Tenía la mirada frenética, estaba realmente asustada. Anabel se compadeció de ella y le preguntó tranquilamente:
-¿Como te llamas?- la chica solamente negó con la cabeza, decidida a no hablar. -Vamos, no pasa nada. Puedo guardarte el secreto, ¿vale? Soy nueva aquí, no diré nada. La joven debió ver la sinceridad en los ojos de Anabel, porque respondió en un susurro:
-Me llamo Lea. Por favor, deja que me vaya.
-En cuanto me respondas, ¿sí? ¿Qué hacías aquí?
-Yo... Lo siento, de verdad. No volveré a colarme.
-¿Colarte? ¿No perteneces al Sumus Libri?
-¿El qué? ¿Qué es...- en ese momento se oyó el sonido de una cerradura al abrirse. Anabel se llevó el índice a los labios, indicando silencio, y arrastró a Lea detrás de una estantería. Después de lo que les pareció una eternidad, la cerradura volvió a sonar y unos pasos se alejaron de ellas. Esperaron 10 minutos más y luego Anabel llevó a Lea escaleras arriba, después de prometerle que sus incursiones nocturnas serían un secreto entre las dos.

miércoles, 30 de octubre de 2013

En la ignorancia absoluta

Anabel volvió del paseo por la ciudad sobre las diez de la noche. Entró por la Puerta de Roble sigilosamente y atravesó el largo pasillo hasta llegar a la puerta de  las escaleras que conducían a su apartamento. Justo cuando fue a poner la mano sobre el pomo oyó una tos a sus espaldas. Sobresaltada y sin aliento, se dio la vuelta rápidamente, solo para descubrir a Jack saliendo de la sala del sillón y caminando hacia ella.
-Buenas noches.-saludó él, cortésmente. Anabel, lógicamente sorprendida, logró apenas balbucear.
-Eh... sí, buenas noches. ¿Quieres algo?
-La verdad es que sí. Quiero saber quién eres y qué estás haciendo aquí.
-Pregúntale a Izkar o a Blanca, yo ahora tengo sueño.-se dispuso a subir las escaleras pero Jack la agarró por el brazo, no bruscamente pero sí con firmeza.
-Izkar está ocupado y Blanca no ha querido decirme nada, concretamente su respuesta ha sido "una nueva". Pero a mí me gusta saber con quién trabajo, así que me vas a explicar lo que quiero saber.
Anabel suspiró fuertemente, con la esperanza de que Jack entendiera que estaba bastante harta. Aún así, respondió.
-Pues estaré trabajando en la librería. Y no me preguntes si sé de qué se trata toda esta "comunidad" porque la respuesta en términos generales es no.
-Interesante... ¿Y por qué te ha contratado Izkar? No necesitamos más personal, Blanca se les apaña bien en la tienda.
-Eso también deberías preguntárselo a él, porque yo lo único que hice fue enviar un e-mail pidiendo trabajo. Te lo repito por enésima vez, no sé nada. Y ahora, si el interrogatorio ha terminado, me voy a dormir.
-Es muy raro todo esto... En fin, mañana tienes que trabajar. Hasta otra, Anabel.-y desapareció por el pasillo, ocultándose en las sombras.
"Ea, pues hasta otra. Qué pesado. Mientras subía las escaleras pensé que era justo reconocer que estaba realmente ansiosa por conocer a los afiliados de la sociedad, aunque no fuese al día siguiente. Me preguntaba si tendrían pintas extrañas o si serían personas totalmente normales. Si en sus miradas se leería el fanatismo por los libros desconocidos o si en ellas solo se podría ver la vida de alguien que le gusta leer. Desconocía tantos recovecos de la sociedad en la que me había metido que resultaba abrumador. Estaba en una situación de ignorancia absoluta, y eso tampoco era nada bueno. ¿Qué debía hacer? ¿Aplicar el 'ojos que no ven, corazón que no siente' o indagar y descubrir secretos que probablemente desearía no haber sacado a la luz? Evidentemente, mi vena detectivesca se impuso rápidamente sobre mi pequeño lado cobarde, por lo que esa misma noche me adentré en los pasillos del oscuro edificio, con linterna y spray de pimienta."

sábado, 26 de octubre de 2013

Regla del todo o nada

Antes de tener tiempo si quiera de pensárselo dos veces, salió corriendo detrás del hombre. Lo alcanzó justo en el centro de la Biblioteca y, agarrándolo por el brazo, lo detuvo. Él volvió a mirarla con una expresión aburrida en el rostro.
-¿Qué quieres?- preguntó secamente, su voz retumbando por toda la sala.
-Pues para empezar preguntarte por qué me estás mirando tan mal, y para continuar preguntarte si sabes dónde está Izkar.-¿es que no había nadie en aquel lugar, a parte de su jefe, que la tratara un poquito bien?
-No te miro mal, te miro con desconfianza porque no suelo encontrar gente nueva por aquí, es muy extraño. E Izkar no sé donde está, yo también estaba buscándolo.-su rostro crispado se suavizó a medida que hablaba.
Anabel lo observó, no parecía mal tipo, entendía su desconcierto. Su cabello era negro como el carbón, brillante bajo la luz de las lámparas. Sus ojos marrones con motas doradas escondían muchos secretos, lo podía ver claramente. Eran esa clase de ojos que nunca son sinceros, en los que aunque esa persona sonría, el gesto nunca llega a su mirada. Él, al ver que ella no respondía, siguió andando hacia la librería y lo siguió otra vez. En la sala anterior a la tienda, que Anabel bautizó como la Oficina, estaba Blanca sentada frente a un ordenador portátil. Alzó la mirada y al ver al hombre se levantó sonriente.
-Hola, Jack.-luego la vio a ella y la sonrisa delumbrante perdió fuerza-Oh, hola Anabel. ¿Quieres algo?
Sí, que dejes de tratarme como un estorbo, niñata. Pero se contuvo y respondió:
-Sí, ¿sabes donde está Izkar?
-Ha salido a hacer un recado. Vete a dar una vuelta por la ciudad si quieres, aquí no tienes nada que hacer. Eres la dependienta y hoy está cerrado, así que... Ya sabes, haz turismo.-había vuelto a sonreír mientras añadía un irritante hoyuelo encantador en ambas mejillas.
-De acuerdo, me voy. Que vaya bien el día, Blanca.-de Jack se despidió con una breve inclinación de cabeza.
Subió a su cuarto, buscó su bolso y se encaminó hacia la calle, saliendo por la Puerta de Roble. Estuvo recorriendo la ciudad y, siguiendo el fabuloso consejo de Blanca, hizo turismo y sacó algunas fotos. Hacía un día precioso de primavera, el aire húmedo soplaba tranquilamente, el frío no era muy intenso y el sol calentaba sus mejillas y manos. Fue una jornada para ella sola, sin preocupaciones de ningún tipo, solo su mente en blanco y sus ganas de empezar su nuevo trabajo. Su esperanza, su ilusión, su curiosidad. Tantos días vacíos perdidos, tantas horas sin sentido, tantos meses en los que su vida monótona la mecía de un lado a otro, como una madre acunando a su bebé, del día a la noche, sin que nunca ocurriera nada. Siempre se preguntaba si era  feliz, y nunca encontró respuesta. No estaba triste, pero tampoco feliz. Era una especie de sensación intermedia, moderada. Y a Anabel nunca le gustó lo moderado, ella era de la regla del todo o nada. Y, quizá por fin, pueda encontrar ese todo. O ese nada. Quién sabe.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Apartamento en una sociedad secreta

Se despertó después de una noche sin sueños ni pesadillas. Recogió sus cosas, pagó en la recepción del hostal y se encaminó hacia la Puerta de Roble. La llave era grande y estaba un poco oxidada, y tuvo que hacer mucha fuerza para conseguir abrir la enorme puerta. Recorrió el largo pasillo y en la sala del sillón desgastado encontró a Izkar. Él le saludó sonriente.
-Vaya, buenos días. Qué puntualidad- rió, una risa cantarina para alguien de su edad.-Sígueme, te mostraré dónde te instalarás. 
La guió, subiendo por unas escaleras que había en una de las puertas del pasillo de entrada. Las escaleras desembocaban en un pasillo corto y estrecho, lleno de puertas en las paredes. Izkar abrió una de ellas y le mostró la habitación. Era de tamaño aceptable, con una cama grande y un armario empotrado, una mesita de noche, un escritorio con una estantería al lado y un pequeño lavabo. La ventana sobre la cama daba a la calle, y en esos momentos la ciudad ya hormigueaba llena de gente. Izkar le explicó que en esa planta estaba todo lo que necesitaba: fue señalando las puertas de la cocina, de un gran baño con una bañera espectacular, de un comedor, del cuarto de la lavadora... Aquello era como un apartamento para ella sola, un apartamento situado encima de la sede de una comunidad secreta. El entusiasmo comenzó a menguar lentamente. Anabel preguntó si ella también debía llevar esa horrible túnica, e Izkar volvió a reír, burlándose de ella claramente.
-Claro que no.-le contestó después-¿Cómo vas a llevar la túnica si trabajarás de cara a un público que desconoce nuestra existencia?
Dicho eso, abandonó la habitación y Anabel abrió su maleta, frustrada porque aún no le había explicado si su trabajo consistiría en ser simplemente una dependienta de la librería. Esa idea no se parecía demasiado a lo que ella entendía por aventura.
"Mientras guardaba mi ropa en el armario, puse en orden todo lo que sabía. Era una sociedad secreta que se dedicaba a vender libros como tapadera, a la vez que vendía ejemplares desconocidos y estrambóticos a los miembros del Sumus Libri. Ah, y la nieta de mi jefe llevaba una túnica que no le había visto a nadie más. Aunque en realidad tampoco había visto a nadie más. Quizás fuera porque era domingo, esperaba y deseaba que fuese por eso. En cuanto terminé de ordenar la habitación y mi mente, bajé las escaleras y fui en busca de Izkar. Pero en la sala del sillón no estaba él. Había un hombre alto y delgado, pero corpulento, aunque con la túnica que llevaba no lo pude distinguir. Cuando entré en la sala se giró bruscamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y luego frunció el ceño de un modo muy poco amistoso. Quise presentarme, pero él dio media vuelta y salió por la puerta que daba a la Biblioteca, dejándome sola con una sensación que no auguraba nada bueno en el pecho."

martes, 22 de octubre de 2013

La tapadera

Blanca, después de estudiar a Anabel con la mirada y de haber dado por concluida la sesión de preguntas, se encaminó hacia una puerta situada al fondo de la sala. La cruzó, sabiendo que ella la seguía a una distancia prudencial. Apareció ante ellas una habitación, ni muy grande ni muy pequeña, con escritorios pegados a las paredes. La atravesaron y cruzaron otra puerta más, hasta llegar a la librería en sí. Si Anabel creía que no podía alucinar más por esa noche, se equivocaba. Tanto secretismo, tantos pasillos y estancias, tantas puertas que atravesar, para llegar a lo que era una librería normal y corriente. Su enfado e indignación creció por momentos, aunque también su curiosidad.
-¿Esto es la librería? ¿Es una broma, no?-preguntó con la voz encrespada
-Sí, no es ninguna broma. Efectivamente es una librería, a eso nos dedicamos, a vender libros. Pero no son libros cualquiera, no todos.
Era una tienda como podía ser perfectamente una Casa del Libro, sin ir más lejos. Había muchas estanterías separadas por secciones, unas cuatro mesas en medio con las novedades, un mostrador, otra estantería con los más vendidos, escaparate... Lo más sorprendente es que eran libros que ella ya conocía. No entendía nada, pero antes de que pudiera preguntar, Blanca habló.
-Lo sé, lo sé -se quitó la túnica por encima de la cabeza, dejando al descubierto que llevaba unos tejanos gastados y una camiseta blanca. Colgó la tela de franela en un armario y continuó- Debe de tener aspecto de librería normal porque sino sería muy sospechoso que tuviéramos únicamente libros desconocidos, ¿no crees? Las personas que pertenecen al Sumus Libri conocen el código, aunque ya casi no lo usamos porque nos conocemos desde hace tiempo.
-¿Qué código?
-Cada usuario tiene su propio código, y en principio ese es su nombre para nosotros. Pero como somos tan poquitos, nos tratamos más cercanamente. Apenas llegamos a los 20 afiliados, y son todos gente mayor. Aunque eso no está tan mal, ellos saben respetar estas cosas.
-
Pero tú eres muy joven. ¿Cómo es que estás aquí?
-Izkar es mi abuelo, chica lista. Bueno, pues ya te he enseñado todas las salas que necesitas conocer. En La Biblioteca están los libros que solo conocen los afiliados. De momento, no necesitas saber nada más para hacer bien tu trabajo, que ya te lo explicará mi abuelo.
-¡Pero en La Biblioteca había muchísimos libros! ¿Como es posible, si sois tan pocos?
-Antes éramos muchos más, pero eso es una larga historia que ahora no viene a cuento. Ahora vuelve a tu hostal, descansa y mañana coges tus pertenencias y vienes aquí. Esta es la llave de la Puerta de Roble. Buenas noches.
"Salí por la puerta de la librería y busqué la calle en la que estaba mi hostal. Me acosté en la cama y hasta las dos de la madrugada no logré conciliar el sueño. La emoción, la preocupación, la curiosidad, la incertidumbre, el miedo, la felicidad... Todos esos sentimientos viajaban por mis venas a una velocidad de vértigo y no fue hasta que el cansancio me venció, que cerré los ojos."

domingo, 20 de octubre de 2013

Sumus Libri

Caminando a unos metros por detrás de Blanca, llegaron a una gran sala. Los ojos de Anabel se abrieron como platos, revelando la sorpresa que sentía. La estancia era enorme hasta decir basta, pero eso no lo era todo. Altísimas estanterías llenas a rebosar de libros, elevándose hasta el techo creando paredes plagadas de volúmenes. Eran esas típicas bibliotecas que solo salían en las películas, en las que tenías que subir por una escalera para llegar a un saliente y así poder coger los libros que estaban más altos. Ejemplares finos y gruesos, de tapa dura y de tapa blanda, con portadas bonitas y otros con portadas no tan bonitas, antiguos y nuevos, clásicos y desconocidos... Entre esas cuatro paredes se escondían tantísimos mundos y historias que resultaba abrumador pensar en ello. Blanca la guió hasta el centro de la habitación, donde había muchísimas mesas y una lámpara colgando encima de cada una de ellas.
-Bienvenida a la sala más importante del Sumus Libri. Aquí...
-Espera, espera. ¿El qué?- la interrumpió Anabel.
-El Sumus Libri es esta comunidad, pensaba que ya lo sabías. Bueno, prosigo. Aquí, como se ve claramente, están absolutamente todos los libros de nuestro catálogo. Es nuestro almacén, por así decirlo- habló haciendo un gesto con el brazo, abarcando toda la estancia.
-Pero... La pregunta que necesito que me respondan ahora mismo es qué narices es esta "comunidad"-pronunció esa palabra con rentitín, dejando claro que no creía ni una palabra.
-Oh... Entiendo que tengas esa curiosidad, pero al aceptar el trabajo automáticamente te has comprometido confiar en nosotros.
-¿Perdón? ¡No es curiosidad! No pienso trabajar en un sitio que parece una secta que en lugar de adorar a Satanás adora a los libros. Y pienso denunciaros. En el correo electrónico que recibí no se hablaba de nada de esto.
-Un par de cositas, Anabel. Primero, esto no es ninguna secta. Segundo, no pretenderás que te expliquemos como funciona una comunidad secreta mediante un e-mail, fácilmente rastreable.
-¿Comunidad secreta?-sentía su cabeza a punto de explotar- Quiero una explicación, y la quiero ya.
-La tendrás, todo a su tiempo. Ya te lo dijo Izkar.
"Madre mía del amor hermoso. ¿En qué lío me he metido? Mejor dicho, ¿en qué 'comunidad secreta' me he metido? Esto no es normal. Pero, como es habitual, la curiosidad (tengo que admitirlo) gana la batalla a mi sentido común, que me está empezando a extrañar que no haya tirado la toalla a estas alturas. Y, para colmo, me entero ahora del nombre de mi supuesto jefe. Todo apunta a que aquí dentro me voy a volver loca. Pero ¿qué narices? Lo que buscaba era una aventura, y me he encontrado con ella frente a frente."




sábado, 19 de octubre de 2013

Tras la puerta de roble

Anduvieron durante lo que supuso que fue media hora, hasta que el señor giró abruptamente en una esquina y lo perdió de vista en la oscuridad. Ella avanzó y torció en la misma esquina y se encontró frente una puerta de madera de roble, con aspecto antiguo. El señor le hizo un gesto con la mano, abrió la puerta y desapareció tras ella. Repitió sus pasos y se encontró mirando hacia un larguísimo pasillo con candelabros desprendiendo una débil llama en ambas paredes. Recorrió todo el pasillo y llegó a una pequeña sala, tan solo habitada por un sillón orejero muy viejo con la tapicería raída y una mesita de noche, sobre la que reposaba una lámpara de aceite. El señor, por fin, habló:
-Bienvenida, Anabel. -dijo, desvelándome el nombre de ella. La voz de él era suave y sosegada, como una brisa tranquilizadora. -Estoy muy contento de que vinieras, y sorprendido también. No estaba seguro de que lo hicieras, sobretodo teniendo en cuenta que la dirección que te di no existe.
-De eso quería hablarle, señor. ¿De qué se supone que va todo esto?- Anabel estaba empezando a enfadarse, y con motivo. Todo aquello parecía una broma de mal gusto.
-Tranquila, todo a su tiempo. Lo único que necesitas saber por ahora es que esta no es una librería convencional. Oh, y también supongo que te debo una explicación sobre lo de la calle, ¿no es así?
-Exactamente, y si descubro que esto es una broma, tenga por seguro que le caerá una buena denuncia.
-No creo que sea necesario llegar a ese punto, Anabel. Te aseguro que no te arrepentirás de haber venido. ni siquiera desearás volver a tu casa. ¿No era eso lo que buscabas? ¿Un cambio, un nuevo inicio? Aquí lo encontrarás, te lo puedo jurar sobre el Kohlerh.
"¿Sobre el qué? Quise preguntarle, pero en ese momento se abrió una puerta a su espalda y de ella emergió una chica joven, de unos 20 años quizá, vestida con una túnica de franela que le llegaba hasta los tobillos. Mi voz interior empezó a gritar la palabra 'secta' a todo volumen y yo me sentí asustada de verdad. La chica le sonrió al señor y luego se presentó. Dijo que se llamaba Blanca y que me acompañaría a visitar la librería. Su rostro amable tranquilizó mi corazón, pero mi mente seguía pensando a toda velocidad. ¿Dónde me había metido? Seguí a Blanca y la puerta se cerró detrás de mí con un leve crujido."



viernes, 18 de octubre de 2013

Change and "Thank you"

Bueeeno, hace tiempo que no escribo una entradilla de estas, en las que hablo sola, o quizás alguien lee, en realidad no lo puedo saber. Ya habéis visto que el blog a cambiado un poquito bastante. Ozea, que me encaaaaaanta como me ha quedado, aunque a la gente que tenga más experiencia por estos lares de blogger les parezca una mierda pinchá en un palo. Me da igual, sinceramente. Este espacio colgado en las redes de Internet es más que una web para mí. Con el tiempo he aprendido a apreciarlo y a echarlo de menos. Porque sí, señoras y señores, lo abandono, seamos claros. Desde que empezó el curso he escrito poco o nada, y me da mucha rabia, jo :c. No es justo. Y ahora os voy a explicar una cosita: el por qué de este cambio (sí, no habéis visto mal, he cambiado la URL)
Cuando creé el blog y empecé a escribir en él, supongo que os acordareis (más os vale) de la historia de Liz y Óscar. Bueno, pues el blog se llamó "Paralelo" y "vidas paralelas" porque de eso se trataba la historia. Las vidas de Liz y Óscar, que avanzan paralelas y en un punto importante de su camino se cruzan. Y ahora, como esa historia ya se acabó, pues como que no tiene mucho sentido mantener el nombre, ¿no?
Vale, eso por un lado. ¿Que más? Ah sí, pues que el dia 15 fue el cumple de, durante los últimos tiempos, la única que lee mi blog, mi Alba. Pues eso, que te quiero mucho muchito, felices años de la niña bonita y disfrútalos muchísimo, que se pasan volando. Y también decirte que no tienes ni idea de la sonrisa tan grande que me sacas cada vez que veo que  pone "1 comentario". De verdad, muchas gracias bonica preciosa <3
Pues eso es todo. Aprovecho para decir que la historia que estoy escribiendo ahora me tiene muy ilusionada porque no tengo ni puuuuuu** idea de lo que va a pasar. So, genial.
Pues me despido, juapos y juapas (mentira, que no me lee ni Dios, gentuza). Mucho lof pa' vosotros <3

miércoles, 16 de octubre de 2013

XVIII

Nada más poner los pies fuera de la estación, el sentimiento de incertidumbre que le rondaba por la cabeza fue substituido por el "sexto sentido del turista", como ella lo denominaba. Solo que, en ese caso, no era una simple turista. Recorrió la ciudad con el mapa en una mano y arrastrando la maleta tras de si con la otra, hasta que cansada y sorprendida por no encontrar la librería, optó por ir a preguntar a un punto de información. El señor que la atendió, con el ceño fruncido y aspecto de estar molesto, le dijo que no había ninguna calle llamada "XVIII" por lo que salió de allí con la inquietud corriéndole por las venas. ¿Y si el que había enviado el correo se confundió y la librería que busca está en Andalucía, por ejemplo? No quería dejarse llevar por el pánico, pero la vocecita que antes le hablaba en el tren ahora gritaba a pleno pulmón y creaba carteles con luces de neón. "¡Estás loca, tonta, más que tonta! ¡Lo has abandonado todo y ahora no tienes nada!" repetía sin cesar. Comenzó a caminar y encontró un hostal con aspecto muy austero y sencillo, y reservó una habitación. Después de dejar la maleta, cogió su bolso y decidió que darse por vencida no tenía ningún sentido, así que volvió a la calle y se perdió entre las callejuelas de la ciudad. Intentó pasar por los callejones menos reconocidos, por si había suerte, pero no encontró nada. A las diez de la noche, entró en una cafetería nocturna y pidió un sándwich. El local estaba prácticamente vacío, a excepción de un hombre anciano, quizá de unos 70 años que, como constató con un escalofrío, la observaba fijamente. Apartó la mirada intimidada y entonces el hombre se levantó y comenzó a andar hacia ella. Se detuvo a su lado, lo bastante cerca como para que ella oyese lo que iba a decir en voz baja. "Dieciocho. Sígueme."
"Los carteles de neón de mi cabeza estallaron y dieron paso a una sirena de alarma que invadió mi mente. No solía hacer caso de la razón pero sí de la lógica, y ésta me decía que ese señor era el dueño de la librería que yo buscaba. Me levanté, no sin antes dirigirle una mirada inquisitiva. Entonces, él sonrió de un modo tan afable que hizo que mi teoría cobrara más sentido aún. Salimos del local, y nos adentramos en las calles, en medio de una noche fresca."


martes, 15 de octubre de 2013

Dirección: nuevo comienzo

Hacía tiempo que había decidido que su vida no tenía rumbo. Era estable, sí, pero aburrida. La rutina, de esas que hacen que pierdas las ganas de todo, la perseguía día tras día. Levanta, ve a trabajar, come, haz las tareas de casa, duerme. Y así todos los días de todas las semanas de todos los meses, una espiral que no dejaba de crear círculos, un bucle estancado. Por eso, en cuanto vio la oportunidad de dar a su vida un giro de 360 grados, sin ni siquiera calcular las consecuencia que acarrearía, se lanzó directa a esa pequeña llama de esperanza.
Su sueño desde su adolescencia había sido trabajar en una librería. Por eso, en sus tardes libres se dedicaba a buscar por internet puestos vacantes en librerías, aunque fuera una pequeñita escondida entre calles retorcidas, le daba lo mismo. Perdió la cuenta de todas las solicitudes que había hecho (no se limitó solo a Barcelona, sino que también buscó por toda España). Hasta que un día, la pequeña llama de esperanza que he mencionado antes se encendió. Un correo electrónico procedente de una librería gallega le abrió las puertas de un nuevo comienzo. Dimitió de su puesto en la empresa de marketing donde trabajó durante 5 años, vendió su piso, compró un billete de AVE dirección Santiago de Compostela y se adentró en lo que esperaba que fuera el final de su vida monótona. Pero además de ser eso, lo que no sabía era que también sería el inicio de una pequeña y curiosa aventura.
"En la estación de tren el aire estaba cargado de muchos olores, pero se podían adivinar muchas cosas más: la ilusión de ver a familiares que están lejos, el estrés por llegar tarde al trabajo, el nerviosismo y la emoción por reencontrarse con la pareja... Pero yo, lo único que sentía era incertidumbre y una vocecita en mi cabeza que me decía que diera media vuelta y volviera a casa, que aquello era una locura. Pero, como suelo hacer siempre porque nunca me guío por la razón, ignoro esa voz chillona y entro en el vagón. Me siento en mi sitio, apoyo la cabeza en el cristal y cerrando los ojos el sueño me envuelve."

sábado, 21 de septiembre de 2013

Explosiones de color

Cuando era pequeña le daban miedo los fuegos artificiales. Oía el horrible estruendo desde su casa, escondida bajo una manta en su cama. Esas fuertes explosiones ruidosas en el cielo nunca le parecieron bonitas. Por muchos colores y formas curiosas que tuvieran, ella lo único que percibía era el estallido monstruoso de la pólvora reaccionando ante la mecha. Lo pasaba muy mal, lloraba y gritaba, se tapaba los oídos con las manos, pero no funcionaba. Parecía que las explosiones tuvieran lugar dentro de su cabeza. Entonces, algo sucedió. Un terrible accidente volvió su vida patas arriba, la obligó a cambiar. Tuvo que adaptarse a su nuevo modo de vida, a sus limitaciones. Nunca más volvería a escuchar las notas que fluían de las teclas de su piano; ni el dulce piar de los pájaros; los molestos sonidos de las excavadoras y los taladros de las obras; el constante ruido de las ruedas de los coches contra el asfalto de la carretera; las voces de aquellos a los que quería, y la suya propia. Sus oídos ya no funcionaban y ella sentía que le faltaba algo, una parte de ella se había ido junto con su capacidad de oír. En unas fiestas de un pueblo cercano hicieron fuegos artificiales y fue a verlos. Ya no tenía miedo, los horrorosos estallidos ya no podían molestarla. Se sentó en el césped y levantó la cabeza, con la mirada puesta en las palmeras de colores que iluminaban la noche. Formas preciosas y brillantes parpadeaban y explotaban delante de sus ojos, haciendo dibujos sobre el fondo negro. Se fijó en que había niños pequeños que se tapaban las orejas pero miraban al cielo maravillados, con los ojos brillantes y felices. Sintió mucha nostalgia, ella nunca podría volver a taparse las orejas, ya no le hacía falta. Y descubrió que, incluso las cosas que más odias y más temes, acaban volviéndose parte de ti, y las echas de menos cuando desaparecen.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Cena literaria

Bueno, este es un book tag que descubrí en el blog de Teresa (es muy muy chachi). Se trata de escoger siete personajes y decir en qué lugar los colocarías si cenaras con ellos. Creo que son decisiones muy difíciles, ya que, si pudiera, cenaría con TODOS los personajes de los que me he enamorado. Peeero, solo pueden ser siete. Así que, allá voy.
"Si pudieras cenar con siete personajes ficticios (vivos o muertos), ¿quién escogerías y dónde se sentarían?"

Silla 1: a mi ladito, mi adorada Gwenny Sheperd (El amor más allá del tiempo)
Básicamente porque es mi personaje favorito de todos los libros que he leído y tendría tantas preguntas que hacerle que me es imposible no ponerla aquí. Le he cogido un cariño inmenso a esta protagonista.

Silla 2: al lado de Gwen, mi brujo favorito: Magnus Bane (TMI y TID)
No lo pongo al lado de Gwen por algún motivo, es solo que necesito que esté en mi mesa y me encantaría que Gwen y él se hicieran amigos jajajaja ^^. Por cierto, MALEC FOREVER, BITCHES

Silla 3: al lado de Magnus, Katy Swartz (Saga Lux)
Yo a esta chica la idolatro mucho. Es que me siento muy identificada con ella y es bastante necesario que esté conmigo. Tengo muchas cosas que hablar con ella, e intentar que me preste a Daemon un ratito xD

Silla 4: justo en frente mio, mi licántropo Sam (Lobos de Mercy Falls)
Este chico es mi primer amor, tengo que decirlo. Con su trilogía me enamoré de los libros y no puede faltar en mi mesa. Es un personaje muy asdfghjklñ :'')

Silla 5: al lado de Sam, Daniela (Mírame y dispara)
Es un personaje no muy importante en la novela, pero es que me río mucho con ella y me encanta. Es una chica que vale mucho la pena tener como amiga :3

Silla 6:  next to Dani...
Aquí tengo un problema de los gordos, porque hay dos protagonistas que me han robado el corazón con su valentía y su coraje, su modo de afrontar las cosas malas (que son muy malas) que les suceden. Así que, como soy una rebelde pondré dos y que sea lo que Dios quiera: Alice/Zoe (Nubes de kétchup) y Lina (Entre tonos de gris). Dos amores de niñas que, pese a todo lo que sufren, nunca pierden la esperanza.

Silla 7: a mi otro lado, va William Herondale, y me da igual que suene poco original.
Porque Will es de esos personajes que cuando piensas en él te dan ganas de correr a abrazarlo, eso es así. No voy a decir "ay es que es taan perfecto" y otras paridas, porque lo que me enamoró de él no es eso. Es el hecho de que mediante los libros se siente acompañado; ama sin esperar nada a cambio; no duda en sufrir él si así evita el sufrimiento de los demás. En fin, que es obvio que le quiero mucho.

Pues ya está. La Virgen lo que me ha costado, esto eh mu difisi. Aunque, mientras lo hacía, pensaba: este book tag estaría bien hacerlo de un solo libro o saga, porque si no es que te tiras de los pelos, seriously. En fin, muchas gracias Teresa por enseñarme este book tag y quizá, de ahora en adelante, te copie algunos más jijiji :3 Besoooos!

lunes, 9 de septiembre de 2013

Nacieron nuevas historias

El calor de la taza quema suavemente sus manos y el chocolate deja un gusto amargo y delicioso en su boca. Emily bebe sin prisa su pedido, disfrutando lentamente de ese pequeño capricho. El chico que la ha atendido está hablando amigablemente con un hombre calvo y rechoncho que acaba de entrar. Emily observa al camarero con atención (podría decirse que se lo está comiendo con los ojos, prácticamente) y descubre que no es un chico muy alto, probablemente la misma altura que la propia Em. Sacude la cabeza y piensa que es una estupidez, el chaval no ha mostrado ningún interés en ella. Además, a ella le gustan los chicos altos, aunque este tenga unos ojos preciosos y un rostro digno de un Dios. Se termina su chocolate y pide la cuenta con voz débil: se ha bebido muy rápido el chocolate y le duele la garganta. Él le mira divertido y le dice, con una sonrisa casi imperceptible pero burlona: "Me parece que no te ha servido de nada abrasarte la garganta, sigue lloviendo bastante." Em le mira con cara de pocos amigos y se sienta en una mesita justo al lado de la puerta del local, para ver la lluvia cayendo y creando pequeños riachuelos en la calzada. Entonces, de repente el cielo se ilumina con un brillo plateado y segundos después un fuerte sonido irrumpe en el aire. Genial, tormenta de las fuertes, estaré aquí sentada toda la tarde, piensa Emily enfadada. Urga en su monedero y descubre que tiene aun le queda dinero para comprar un bocadillo. Pide uno de pepino y jamón y comienza a engullirlo, mientras en el cielo londinense se libra una batalla de relámpagos, truenos, lluvia y un sol escondido por las nubes grises.
Cuando el bocadillo ha desaparecido, Emily entra en su blog a través del móvil. Su mejor amiga ya le ha comentado, qué extraño. Mientras lee el comentario se le dibuja una boba sonrisa, siempre le pasa cuando alguien le dice algo a través de su querido blog, se siente muy afortunada de que alguien lea sus historias. Al ver la cara de Em, el camarero se le acerca estudiándole el rostro y pregunta con su singular sonrisa: "¿El novio te ha enviado un mensaje cursi?" Em se gira, le mira a los ojos y le contesta con voz divertida: "No, no tengo novio. Mi amiga me ha comentado en mi blog y me he puesto contenta." Ante la sinceridad de la respuesta, el chico se queda un poco sorprendido pero se repone rápidamente, con una mirada curiosa en sus ojos de esmeralda: "¿Tienes un blog? ¿De qué?" Emily siente que el corazón da un salto estúpido en su pecho y empieza a hablarle sobre su blog con voz nerviosa y dubitativa. Él asiente y pregunta de vez en cuando, todo con una sonrisa sincera, de las de verdad, de esas que brotan cuando hablas sobre algo que te apasiona. Al final resultó que a él también le encantaba leer pero que escribir se le daba fatal. Emily rio y dijo que eso no podía ser verdad, todo lector tiene una forma especial de comunicar sus pensamientos y esa forma es escribir. Él le pidió leer algunas de sus entradas y al terminar le dijo algo que nunca nadie le había dicho: "Reconozco expresiones literarias de otros escritores. Es como si hubieras cogido todos los estilos y frases de tus escritores favoritos y los hubieras juntado al escribir tu historia. Esta manera de expresar que la chica se siente una mierda me suena muchísimo de Maggie Stiefvater, ¿me equivoco?" Em estaba asombrada y asintió repetidamente, incapaz de hablar. Momentos después, ella le propuso de hacer una historia los dos juntos, sin siquiera darse cuenta. Él, vaciló un instante, pero luego aceptó el reto. Fue a por su portátil en la parte trasera del local y se sentó al lado de Em, más juntos esta vez. Y así, entre risas y más chocolate caliente; entre lluvia, truenos y rayos; entre una libreta y ideas en mente; entre la pantalla del ordenador y las teclas; nació una nueva historia. O bueno, quizá dos.

sábado, 31 de agosto de 2013

Chocolate caliente bajo la lluvia

Cada vez que Emily clica el botón de "Publicar" siente como el aliento que ha estado conteniendo inconscientemente escapa. Escribir la relaja pero dar a conocer al mundo sus pensamientos la abruma un poco, siente que muestra su alma en cada relato que escribe. Em se levanta de la silla, camina hacia la ventana y mira al exterior, donde una fina cortina de lluvia sigue cayendo. Sospesa las opciones que tiene: leer con un buen capuccino caliente o salir a pasear. Se decanta por la segunda, aún está convaleciente del último libro que leyó. Se abriga con una gabardina impermeable y se calza las botas de agua, y paraguas en mano sale a la calle.
Decide no ir a ninguna parte en concreto, deja que la guíen sus pies. Respira hondo para inhalar ese aroma a lluvia, tierra mojada y el olor de la primavera. Sus botas chapotean levemente mientras avanza, al mismo tiempo que la lluvia se hace cada vez más fuerte e insistente. Se protege de la súbita tormenta debajo de un balcón y observa divertida como la gente comienza a correr de un lado a otro, como hormigas asustadas. Un cuarto de hora más tarde, la lluvia se ha calmado un poco y Em decide continuar su paseo. Cuando intenta abrir el paraguas, éste no funciona. "Ya tardaba en estropearse, debería haber cogido el otro." piensa mientras recorre la calle con la mirada en busca de una cafetería. Encuentra un pequeño local vintage y se dirige corriendo hacia allí, con los hombros encogidos, aunque eso no evita que las gotas le mojen la cara y el cabello. Al entrar en la cafetería, el olor del chocolate caliente la envuelve dulcemente y se dirige a un taburete de la barra para pedir una taza. De la cortina que sustituye la puerta del almacén, sale un chico joven y, aunque Emily no lo reconocería jamás, bastante atractivo. El pelo corto y negro azabache resalta muchísimo sus ojos verdes, los más verdes que Em ha visto nunca. Cuando esa mirada interrogativa se posa en el rostro de Em, ella se sonroja. "Vaya pintas que llevo, mojada y con el pelo enredado. Menos mal que no me he maquillado." Carraspea suavemente y pide la taza de chocolate caliente. Él asiente y, sin decir palabra, se da media vuelta y trastea con habilidad la máquina de detrás. Ella mira embobada como sus manos expertas preparan su chocolate y piensa cómo es posible que nunca se le ocurriera entrar en este local tan acogedor. Un pitido la saca de sus pensamientos. Su pedido está listo.

domingo, 25 de agosto de 2013

Relato dentro de un relato

La lluvia repiquetea contra el suelo adoquinado de las calles de Londres. El cielo de aspecto gris y apagado podría bajarle el ánimo a cualquiera, es algo bastante deprimente, pero no a Emily. Los días de lluvia son sus favoritos, le encanta sentir como el aire se limpia y el ambiente se refresca, aunque sea a costa de no ver el sol la mayor parte de los días. Pero a Em no le importa. Ese golpeteo débil y constante de las gotitas de agua contra el pavimento de la carretera, el relajante sonido de las mismas contra el cristal de su ventana, mientras en su cabeza imágenes e ideas comienzan a cobrar vida. Sí, la lluvia la inspira, y mientras la gente de la calle saca el paraguas, los dedos de Em se deslizan veloces sobre el teclado del ordenador, transportando sus fantasías hacia la pantalla.
<<Un bosque, en otoño, la época del año en la que ver un paisaje natural es sinónimo de contemplar la cosa más bella del mundo. Los tonos anaranjados, amarillentos, marrones, rojos, verdes oscuros... todos combinados de una forma tan perfecta que da la sensación de que tus ojos pueden comenzar a soltar lágrimas de lo hermoso que es. Ella camina entre los troncos de los árboles, como se camina entre las columnas de una bonita catedral gótica. Sus pies pisan las hojas que inundan el suelo, haciéndolas crujir en un sonido agradable. Oye los pájaros por encima de su cabeza, entonando una dulce melodía, de vez en cuando alzan el vuelo y sobresaltan a Ella, haciéndole dar un brinco. Cualquier chica tendría miedo de ir por el bosque sola, en medio de la nada. Pero Ella no, le gusta la soledad, perderse por cualquier lugar y soñar despierta.>>
"Ella se parece un poco a mí" piensa Emily después de comprobar su corto relato. "A mí también me gusta algo que la mayoría de la gente odia: yo, la lluvia; Ella, la soledad". Revisa otra vez las faltas de ortografía y publica su pequeña y personal historia en su desconocido y especial blog.

viernes, 16 de agosto de 2013

Recuerdo latente

Todo lo que habían vivido y soñado juntos se desplomó de golpe hacia un abismo, dejándolos desamparados y perdidos. Ellos eran fuertes y el amor que compartían puede que también, pero la relación se fue marchitando poco a poco y ambos sentían que no tenía ningún sentido continuar con aquello, aunque en el fondo sabían que les rompería el alma en mil pedazos. El recuerdo de lo que tuvieron sigue latente bajo su piel, las cenizas aún arden, sus recuerdos les torturan cada vez que cierran los ojos e intentan dormir, su mente les conduce hacia el otro sin que su sentido común pueda evitarlo. Pero hay algo que les dice que es mejor dejarlo estar, ignorar el dolor y el vacío para que algún día desaparezca, saben que si volvieran a intentarlo volvería a salir mal. Cuando estaban juntos compartían un pequeño apartamento que pagaba ella, puesto que él estaba en el paro. Él odiaba no ayudarla con el dinero y ella le decía, con la voz llena de sarcasmo, que en realidad ella se encargaba de que no encontrara trabajo para tenerle todo el día en casa haciendo las tareas domésticas. Después le besaba y se abrazaban, él la alzaba en brazos y la tumbaba delicadamente sobre el sofá y... Y si seguían martirizándose de ese modo la herida jamás cicatrizaría. Un día por la mañana, el teléfono de él comenzó a sonar, arrancándolo de las garras del sueño. Era ella. Tragó saliva y contestó:
-¿Alicia?
-¡Hola! ¿Te he despertado? ¡Ay, que pregunta más estúpida, seguro que sí! ¡Perdón!-su voz jovial siempre le hacía sonreír, eso no era bueno. 
-Sí, pero no te preocupes. Tenía que levantarme ya, igualmente. En realidad, te doy las gracias.-se llamaban un par de días a la semana, normalmente ella para preguntarle como estaba su madre y otros asuntos triviales. Ninguno de los dos soportaba la idea de quedar como los típicos exnovios que no se hablan y se odian profundamente. Se habían amado demasiado para terminar así, aún se amaban. 
-Vale, de nada- su risa cristalina le provocó un dolor sordo en el pecho.- Bueno, te llamaba para decirte que estaré fuera unas dos semanas, ya sabes, negocios y bla bla bla. Mi jefe sigue igual de pirado.
-Oh, ¿te felicito o te compadezco?
-¡Compádeceme! Dios, con lo que odio el avión... ¡A Berlín me tengo que ir! ¡Berlín! ¿Que se me ha perdido a mi en Berlín!- su forma de exagerar y sacarlo todo de quicio era muy divertida, lo adoraba tanto...
-Bueno, no te preocupes. Dos semanas pasarán volando, ya verás. ¿Llamabas para decirme algo más? tengo que ir al hospital con mi madre, hoy me toca a mí. 
-Ah sí, es verdad, perdón. También que voy a hacer una excursión al súper y llenar tres carros de la compra enteros. ¿Necesitas algo? ¿Qué te falta?
Aquella pregunta removió algo dentro de él, como el terremoto que provoca el tsunami. Sabía perfectamente que ella se refería a algo de comida, pero no pudo evitar las palabras que escaparon de sus labios, venidas directamente desde lo más profundo de su corazón, un anhelo que deseaba sacar a la luz. Dijo, simplemente:
-Me faltas tú. 

domingo, 11 de agosto de 2013

Ego

Todos los días parecían iguales, pasaban lentos y aburridos, como un caracol deslizándose sin prisa. Levantarse, ducharse, desayunar, ir al trabajo, volver, cenar, dormir. Su vida era como una balsa de agua estancada, todo igual, solo que cada día iba a peor, más sucia y podrida. Cualquier mirada o gesto de alguien bastaba para ponerle de mal humor, cualquier palabra le parecía un insulto. Se había vuelto irritable de un modo casi insoportable para la gente de su alrededor, su familia había pasado de estar preocupada a darle la espalda definitivamente, pero él ni se daba cuenta, vivía en su burbuja inalterable. Parecía que alguien había puesto el piloto automático de su camino y no podía desviarse del rumbo (o no quería, no lo sabía ni él mismo). Él había decidido aislarse del mundo, y los demás habían tirado la toalla. Pero nadie sabía su secreto...
<<Debe de haber algo. Algo que me saque de aquí. Una mano que me empuje a la superficie, una voz serena y relajada, que me diga que todo estará bien. Alguien o algo que me abra los ojos y me ayude a ver la realidad y así poder cambiarla. Necesito ayuda, pero no sé a quién recurrir. Quiero pedir socorro a mi familia, pero las únicas palabras que puedo dedicarles son gruñidos malhumorados y malos gestos. Mis amigos estaban ahí hasta hace poco, pero han dejado de intentar sacarme de este pozo al ver que no reclamo su apoyo, al menos exteriormente. Porque lo que siento en mi interior es una guerra entre mi corazón y mi cerebro, una batalla entre lo que estoy sufriendo y lo que mi ego no deja translucir. Necesito a alguien que me escuche, pero no quiero ser escuchado. Necesito a alguien que me sostenga pero no quiero ser sostenido. Necesito alguien que me ayude a caminar pero no quiero seguir adelante. Necesito dejar de sentirme así, pero no quiero dejar de luchar.>>

viernes, 2 de agosto de 2013

Enamorada de alguien que no existe, ¿y qué?

Esta entrada es muy muy especial para mí... y para todas las millones de lectoras empedernidas como yo. La hago, básicamente, porque necesito contarle a alguien mis sentimientos escondidos y quien mejor que mi blog y a mis lectoras (ya lo digo en femenino porque sé que no hay ningún chico merodeando por aquí). En fin, que si buscáis a alguien para fangirlear, servidora está presente.

Paso uno: gritar porque has conseguido el libro; paso dos: oler el libro, toquetearlo, leer la sinopsis ocho veces, maravillarse con la portada, etc; paso tres: empezar a leer; paso 4: en cuanto la protagonista describe físicamente al protagonista, bragas al suelo y explosión de ovarios; paso 5: enamoramiento masoquista y depresión.
Esto es lo que me ocurre cuando leo un libro, a parte de disfrutar muchísimo si es una buena historia y está bien escrita. Pero hoy me voy a dedicar a hablar de todos esos chicos perfectos que me matan de amor, y que, aunque no es nada importante, no existen. Me voy a llorar y vuelvo. Vale, no, yo aguanto. Y es que ¿sabéis que es lo mejor? Que aunque existieran, nunca jamás de los jamases los conocería por múltiples razones. La enorme mayoría no viven en España, para empezar. A parte de que casi todos son demasiado especiales y yo no estoy tan buena como todas las protagonistas suertudas. Por lo que las posibilidades de que me encontrara con alguno se reducen a... nada. Y ahora sí que me voy a llorar. 
Otra cosa, esto es muy malo para mi futuro sentimental, por no decir que lo vuelve vacío. Mis expectativas para con los hombres están... unos miles de kilómetros por encima de la estratosfera, osea, muy altas. Si es que voy por la playa, veo a un tío que está buenísimo y pienso: la tableta de Daemon Black o la de Travis Maddox es mejor. Yo creo que es una enfermedad. Visualizo mi futuro: viviré rodeada de gatitos en un piso pequeño y le daré de comer a las palomas en el parque antes de tiempo. 
Joder, que bien sienta desahogarse aquí. En fin, lo dicho, que estoy enamorada de muchos chicos (y cuando digo muchos son muchos) que son tan perfectos que, en realidad, es lógico que no existan. Qué triste es todo. Podéis dejar vuestras penas de amor en comentarios, lectoras sufridoras. Gracias por aguantar esta entrada pastelosa, pero necesitaba desahogarme. 

lunes, 29 de julio de 2013

Solo ella y el mar

Ella pasea por las calles adoquinadas de ese pequeño pueblo pescador al que lleva yendo en verano desde que tiene uso de razón. La brisa marina agita sus cabellos y el olor de mar la relaja completamente. Siempre pensó que sería el sueño de su vida poder vivir allí, correr las cortinas cada mañana y poder admirar esa pequeña parte del Mediterráneo de la que está enamorada. Ella siempre ha deseado que en ese lugar le pasasen aventuras dignas de explicar pero nunca le ocurre nada. Es curioso: su sitio favorito y nunca le pasa nada emocionante. De pequeña, soñaba con hacer muchísimas amigas con las que ir a la playa. De mayor, con encontrar algún amor de verano. Ahora con lo que sueña es con disfrutar de verdad de ese pequeño paraíso: salir a correr por el paseo marítimo con su música acompañándola, ir a la playa por la tarde en lugar de por la mañana... En definitiva, romper la rutina que tenía con su familia siempre que iba a este lugar. 
Pero hay algo distinto, ese verano es diferente: ha venido sola. Cogió el coche de su padre y viajó hasta su apartamento para lo que será una semana en absoluta calma y soledad. Tenía muchísimas ganas de venir sin compañía, de hacer lo que quisiera en el lugar más bonito del planeta. Y por fin logró convencer a sus padres de que ellos se fueran a un hotel y dejaran a su hermana pequeña con los abuelos. “Será una semana perfecta.” piensa para sí misma. El hecho de que haya venido sola a todo el mundo le puede resultar extraño, pero es lo que necesita en esos momentos. A nadie. Solo ella y el mar.
Bueno, aquí voy a hacer una petición. Este micro (pero super micro) relato puede continuarse o dejarse como está. Así que os voy a pedir por favor *me pongo de rodillas* que me comenteis si la continuo o no. Muchas gracias por su colaboración jajajaja 
PD: se que me estoy poniendo mu pesá con el tema del mar, pero es que el sitio en el que estoy me inspira. Ruego disculpen las molestias. <3

viernes, 26 de julio de 2013

No tienen por qué ser tristes

Todo el mundo dice que las despedidas son algo triste, o si no todo el mundo, el 95% de la población mundial. Es una escena de lágrimas derramadas y de sentimientos que salen a la luz, de palabras de amor y cariño, de abrazos que duran minutos largos y besos sonoros, de pensamientos alegres que se entremezclan con los tristes y hacen que no sepas qué hacer: si reír o seguir llorando. Las despedidas pueden ocurrir en cualquier lugar: una estación de tren o un aeropuerto, la portería de casa, la puerta del instituto, una plaza o un parque, un aparcamiento... En cualquier caso, siempre hay un nudo en la garganta que te impide hablar y decir todo lo que sientes y que finalmente termina por explotar y acabas derramando lágrimas. Eso ocurre cuando lo único que piensas es que estarás mucho tiempo sin ver a esa persona a la que tanto quieres y que la echarás muchísimo de menos.
Pero yo creo, que eso es lo que piensan las personas que no ven la otra cara de la moneda, las personas a las que la pena las ciega. Si hay una despedida, habrá un reencuentro y eso no es un momento nada triste. Es un instante de felicidad, en el que saltas de alegría y te abalanzas a abrazar a esa persona y la llenas de besos y os regaláis sonrisas exultantes de felicidad. Si vemos las cosas por el lado bueno, encontraremos que los momentos tristes algún día se transformarán en instantes de alegría y eso hace pensar que las despedidas no tienen por qué ser tristes. Depende de cómo veas tú las cosas.

PD: Bueno, aquí debo dar gracias a Lu porque me ha inspirado en cuanto a los reencuentros (aunque lo nuestro no lo seria, pero bueno). Gracias juapisima! :*

miércoles, 24 de julio de 2013

El mejor lugar

Todos tenemos un lugar en el que somos felices pase lo que pase: puede ser una casa en tu pueblo, una playa pequeña y casi desconocida, tu habitación, un parque en tu ciudad...
Yo tengo el mio propio, un lugar donde cualquier tipo de problema desaparece por arte de magia. Por muy agobiante y duro que sea lo que te preocupa, se olvida, se diluye. Un sitio donde una suave brisa mece tu cabello y te acaricia la cara, te hace sentir en el cielo, flotando entre las nubes. Un sitio donde el agua del mar ejerce de banda sonora de fondo, las olas del océano meciéndose dulcemente y llenando tus oídos de una preciosa melodía. Las risas cantarinas de los escasos niños que juegan en la orilla, que para alguien pueden resultar molestos, pero para mí forman parte del maravilloso espectáculo. El olor a mar, el gusto salado del agua que se queda en tu piel después de darte un baño refrescante. El sol en lo alto del cielo, majestuoso, regalándote sus tentáculos de luz y calor, tostando tu cuerpo suave y delicadamente. El color del agua, absolutamente transparente y cristalina, no necesitas gafas de buceo para observar la belleza de lo que se esconde bajo el mar: los pececillos asustados de los movimientos de tus pies nadando veloces a tu alrededor; las algas verdes y marrones danzando al ritmo de la corriente marina; los cangrejos meneando sus pinzas. Y no solo el precioso paisaje, sino también todos los recuerdos que tengo almacenados en mi memoria y que me golpean cada vez que visito ese lugar: amigos de cuando era pequeña que no he vuelto a ver nunca; cuando iba a cazar cangrejos con mi padre y me ponía triste cuando no encontrábamos ninguno; cuando de pequeña también jugaba a que era una sirena y nadaba como una de ellas; cuando, ya más mayor, cogía mis gafas de bucear y nadaba muy muy lejos, donde había mucha más profundidad y la belleza del fondo marino aumentaba y no sabía donde mirar... Para cualquier persona, mi lugar puede ser una playa corriente y moliente, sin nada especial, o puede que alguien piense que hay playas mucho más bonitas que la mía. Pero para mí no es solo una playa bonita, es el lugar donde conservo los recuerdos más felices de mi vida.
¿Y tú? ¿Cuál es tu mejor lugar?

martes, 23 de julio de 2013

Broken Heart

Un corazón roto, es una metáfora, pero ¿puede ser real? El dolor y la pena, sentimientos que la mayoría de las veces te impiden ver el lado bueno de las cosas, que hacen que todo tu mundo se derrumbe y no seas capaz de volver a levantar la cabeza nunca más. Son sentimientos que pueden llegar a hacer que te plantees si quieres continuar viviendo. ¿Pueden el dolor, la pena o la nostalgia romper un corazón, hacer que deje de latir? ¿Pueden esos horribles sentimientos hacer que mueras?
Una vez leí un libro en el que la protagonista presenciaba con sus propios ojos como el amor de su vida se casaba con otra. En ese instante, ella sintió un sonido parecido a un cristal resquebrajarse y su corazón se rompió. Sí, lo sé, es un libro y son historias inventadas. Pero, ¿que hay de todas esas historias reales de animales que mueren de pena porque sus dueños han fallecido? ¿De las personas que caen inconscientes al suelo al enterarse de la muerte de un ser querido?
La expresión "romper el corazón" representa un dolor inexplicable, por cualquier cosa que haya sucedido. Cuando se te corta la respiración y sientes que te han dado un puñetazo muy fuerte en el pecho o el estómago. Yo siempre he pensado que esa sensación es la de nuestro corazón deteniéndose durante una milésima de segundo, encogiéndose ante la tristeza y el dolor de la noticia que has recibido.
Un corazón roto, ese gran desconocido: todo el mundo lo siente y lo sufre, pero nadie puede ver lo que realmente ocurre en tu interior cuando te rompen el corazón, cuando este quiebra en miles de pedacitos.

Cuestionario (cortesía de Marlene)

Bueno esto es un cuestionario sobre libros, que me ha obligado a hacer Marlene de www.18segundosdevida.blogspot.com (es broma, juapa, lo hago encantada). Así que, allá vamos. Aviso que yo nunca he hecho un cuestionario de estos, a ver qué sale.

  1. ¿De todos los libros que has leído, cual es el que mas te ha gustado, y por que?
-Bueno aquí debería mencionar mi trilogía favorita: El amor más allá del tiempo (Rubí, Zafiro y Esmeralda) de Kerstin Gier. ¿Por qué? Porque no le he encontrado ningún defecto, pienso que es original a más no poder a pesar de que los viajes en el tiempo están muy vistos y porque Gwen es la protagonista más asdfghjklñ que me he encontrado nunca.

  2.¿Alguna vez te has enamorado de algún personaje de un libro? Si es asi, ¿de cual?
-JAJAJAJAJA ¿Yo, enamorarme de personajes ficticios? ¿Yo? Pues sí, ¿qué pasa? De todos los libros que he leído me enamorado, como mínimo, de uno. Evidentemente no los voy a poner todos, pero he de nombrar a el amor de mi vida: Gideon de Villiers (de mi trilo favorita, obviously)

  3.¿Recudas alguna frase de algún libro que te marcara?
-Muchas frases de libros me han marcado, las tengo apuntadas en una lista. Todas son importantes para mí: unas me han hecho reír, otras llorar, otras morirme, otras reflexionar, otra me han explosionado los ovarios, etc. No puedo poner ninguna en concreto, sorry.

  4.¿Si escribieras un libro, de que seria?
-Me encantaría hacer una distopía pero no tengo tanta imaginación. Algo de misterio con amor, posiblemente.

  5.Tu adaptación a cine favorita.
-Los juegos del hambre me gustó bastante, aunque la encontré un poco light, lo imaginaba más sangriento jajaja y también me gusta mucho el cast de Divergente, la película debe estar muy bien.

  6. ¿Hay algún personaje con el que te sientas identificado?
-Katy de Obsidian. Tanto psicológicamente como físicamente, solo que de mi jamás se enamorará un alienígena sexy *me voy al rincón a llorar*

  7. ¿Hay algún libro que hizo que tu opinión sobre algo cambiara?
-Si, Maldito Karma de David Safier. Me hizo ver que el amor verdadero puede superar cualquier cosa, y que hay que luchar mucho por lo que realmente deseas, y aprovecho para decir que es una novela humorística, just saying. 100% recomendable (yo haciendo publicidad, olé)

  8. Tu titulo de libro favorito.
-La trilogia de Esther Sanz: El bosque de los corazones dormidos, El jardín de las hadas sin sueño y La ciudad de la luna eterna. Esos títulos son amor *_*

  9. ¿Hay algún libro que todo el mundo haya odiado pero a ti te haya gustado?
-Pues no jajajaja pero me ha pasado que todo el mundo quería a un chico de un triángulo amoroso, y a mi me gustaba el otro, véase La Selección de Kiera Cass (Aspen I love you)

  10. ¿Alguna vez has recomendado un libro a alguien que no leía, y ha terminado viciándose a leer?
-Dios Siiiiii!!!! Mi mafiosa Miriam!! Le recomendé El bosque de los corazones dormidos y desde siente la misma pasión por los libros que yo (bueno yo más, porque ella tiene otras preocupaciones ejem ejem)

  11. ¿Que haces cuando lees? ¿Escuchas música o algo así?
-No! Necesito silencio sepulcral para leer. Puedo leer en cualquier sitio pero que haya silencio. Si alguien me habla me pongo borde no, lo siguiente.

Ay por favor, qué largo me ha quedado esto! No me matéis!! Me ha encantado hacer el cuestionario! Creo que haré más a partir de ahora jajajaja
PD: Todos los libros que he mencionado son asdfghhjklñnbcdyo, lecturas alucinantes!

lunes, 22 de julio de 2013

Ya estoy aquí otra vez, a dar la lata

¡Hola a mis escasísimos lectores! Como he estado fuera unas dos semanitas, pues hago esta entrada para deciros que ya he vuelto para tocaros las narices.
Es increíble como he podido echar de menos algo que he empezado hace tan poco tiempo: mi querido y casi ignorado blog. Sé que quizá, y solo quizá, algún día llegue a los 10 seguidores como mucho, pero en realidad me encanta que solo lo conozcan las personas verdaderamente importantes para mí. Es mi propio espacio escondido, donde a partir de ahora reflejaré mis experiencias en forma de historias, y es muy especial para mí que las personas a las que quiero mucho lo puedan ver. 
Esta entrada corta también va dedicada a unas personitas muy muy especiales (más les vale darse por aludidas e.e). Porque también he echado mucho de menos hablar con ellas, porque nunca imaginé que simplemente hablando por WhatsApp y Skype pudiera nacer una amistad tan genial y maravillosa. Parece imposible querer a alguien a quien no has visto nunca en persona, pero desde aquí os digo, por experiencia propia, que es muy posible. El día que nos juntemos todas será el Apocalipsis, el que avisa no es traidor. Mis niñas que estáis tan lejos y a la vez tan cerca, os quiero. <3 (menos mi mafiosilla, que es mi vecina xD)
PD: escribiré durante esta semana y luego me vuelvo a ir y no sé si tendré Internet, así que es posible que hasta el 15 de agosto deje abandonado de nuevo mi amado blog. 
Besos for everyone!! :*

viernes, 5 de julio de 2013

Recuerdos para siempre en la memoria

Ha pasado un mes desde que Liz fue a comer pizza con aquellos curiosos y divertidos vecinos. Una semana después de que aquello sucediera, Pablo la interceptó en las escaleras y la invitó a cenar con todos. Liz aceptó encantada, además de aliviada, pensaba que sus caminos no iban a coincidir más. Fue una velada muy divertida, de las mejores que Liz recuerda. A partir de esa noche, empezaron a salir todos juntos, como una pandilla. Ella los acompañó numerosas veces a sus actuaciones y animaba como la que más. Sentía que no podría haberle pasado nada mejor, esos chicos fueron su válvula de escape, su refugio ante el dolor que había sufrido. Hoy, como todas las mañanas, Liz sube a llevarles churros con chocolate para desayunar, pero encuentra una nota pegada a la puerta del ático: "Nos han pillado, peque. Hemos tenido que marcharnos antes de que la policía y los de administración vinieran a buscarnos. Tendremos que pasar una temporadita alejados por si tienen intención de buscarnos. Te echaremos de menos, aunque si nos preguntas a alguno de nosotros negaremos haberlo reconocido. Tienes una sorpresa dentro (busca bien, está escondida). La llave está bajo el felpudo. Hasta pronto, enana, te queremos." Liz no puede creerlo, se han ido. No, les han echado. Liz sabía que tarde o temprano terminaría sucediendo, lo que no imaginó es que le doliera tanto. Al leer la nota, ha sentido como si alguien le hubiera asestado un puñetazo en el estómago. Ella también les echará de menos, demasiado. Coge la llave y abre la puerta. Todo está ordenado y limpio como si fuera un piso nuevo, esperando ser comprado. Liz empieza a pensar qué puede ser esa sorpresa pero no se le ocurre nada. Comienza a buscar por todo el piso y al detenerse frente al gran ventanal, descubre una fotografía tamaño Din A4. Se trata de una imagen de las vistas que ofrece el ático, una panorámica preciosa de Madrid. En una esquina inferior de la hoja, está escrito con una curiosa letra: "Porque sabemos lo mucho que te gustaban las vistas. Nosotros tenemos otra." Lágrimas de emoción y tristeza amarga amenazan con escapar de los ojos de Liz, pero las mantiene a raya. Se pasea por el piso recordando tantos momentos vividos allí: peleas de cojines en el sofá (todos contra ella), cocinar pasteles con Pablo, clases de baile con Óscar, Marco, César y Bruno, piques en cualquier lado de la casa, en los que siempre ganaba ella, con Lucas, desafíos y retos en los que siempre perdía con Draco y Jack... Recuerdos que siempre quedarán en su memoria, pase lo que pase. "La esperanza es lo último que se pierde" y Liz está absolutamente decidida a seguir ese dicho al pie de la letra. Siempre mantendrá la esperanza de volverse a cruzar en la vida de los Tänzer.
Una vez pensó que el destino no existía, que era una pantomima para dar justificación a echos que no la tienen. Se equivocaba, porque ahora lo único que desea es que el destino se ponga de su parte y le devuelva a esos chicos que tanto la han ayudado sin ni siquiera pretenderlo. Ellos han sido capaces de hacer que Liz siguiera adelante, algo que por su propia cuenta ella nunca habría logrado hacer. Todo eso sin saber nunca que el padre de Liz falleció y ellos eran justo lo que ella necesitaba, justo en ese momento.

Pues ya está, sé que el final ha quedado demasiado brusco y rápido y abierto, también. Pero quería terminar la historia antes de irme y, por qué no decirlo, el final me gusta, aunque ha llegado demasiado pronto, lo sé. Soy "escritora" principiante, debéis perdonarme, por favor xD. Pues gracias por haberme seguido hasta aquí. Prometo que cuando vuelva, traeré más historias. Hasta pronto, os quiero!!!! <3

jueves, 4 de julio de 2013

Ojalá el sentido común esté equivocado

Lleva toda la comida observándola, sin que se dé cuenta. Ella lo único que hace es mirarlos y reírse de sus tonterías, no dice nada, no abre la boca salvo para contestar algunas preguntas sin importancia. Es bonita, su  cabello cae en forma de suaves ondas color caramelo y sus ojos son de un extraño color, Óscar cree que es gris plateado, brillante y a la vez abrumador. Sus rasgos son dulces y tiene una sonrisa traviesa sin pretenderlo. Sin duda, sí, es muy guapa.
-Tío, ¿estás ahí?-la voz de César interrumpe sus pensamientos-Te acabo de preguntar si quieres ese trozo, estás en la luna.
-Eh... vale, sí- tartamudea Óscar.
-Joder, ¿lo quieres o no?
-No, cometelo tú.-Los demás le miran buscando una explicación a su estado ausente. -Lo siento, me he puesto a pensar en mi casa y en que no he dormido nada. Me voy a acostar. ¿Cuál es mi habitación?
Los chicos se miran un momento y después estallan en carcajadas. Pablo, que es el que se calma antes, dice entre risas ahogadas:
-¿Habitación? Mira, esto será un ático lujoso pero muy grande no es. Habitaciones solo hay dos y una es de Draco y la otra de Marco, eso fue decidido a suertes.-Bruno continua la explicación.
-Por lo tanto, nosotros dormimos en ese maravilloso y cómodo sofá, juntitos-la última palabra hace que los demás vuelvan a reír.
-¿Qué pasa, nuevo?¿Eso no lo esperabas, eh?Era nuestra sorpresa para ti.-Draco le dedica una sonrisa irónica y se levanta de la mesa, llevando su plato a la cocina. Los demás hacen lo mismo.
No es que a Óscar le importe dormir en el sofá, pero pensó que tal vez... Una risita cantarina intercede en su mente. Es Liz.
-¿Qué?-pregunta Óscar, no le gusta que se ría de él.
-Nada, es solo que tu cara es un poema. Me hace gracia y por eso me río. ¿Te parece bien?-definitivamente se está mofando de él.
-Me parece estupendo, y es más, me alegra ser el objeto de tus risas-dicho esto se dispone a marchar a la cocina cuando siente que los ojos de Liz están pegados a su nuca. Se gira-¿Quieres algo?
Ella le sonríe y no dice nada, sabe que lo está incordiando. Decide ignorarla pero oye unos pasos detrás suyo.
-¿Oye, me estás siguiendo?-pero Liz no contesta, ni siquiera mira en su dirección cuando pasa por su lado para entrar a la cocina.
Después de recoger todo, los chicos se sientan en el sofá y encienden la tele para ver una película, por lo que Óscar decide hacer lo mismo. Liz carraspea suavemente, llamando su atención:
-Bueno, yo ya me voy yendo. Mi madre llegará en un par de horas así que... Bueno eso. Gracias por la pizza-ella sonríe sincera, dice adiós con la mano y camina hasta el recibidor. Antes de que abra la puerta, suena el timbre. Draco se precipita hacia la puerta, dando un traspié y casi cae al suelo.
-No abras-dice entre jadeos-Ve a la cocina, si es alguien de administración estarías en un lío. A la cocina, he dicho.
Liz pasa junto a nosotros con el ceño fruncido y desaparece tras la puerta de la cocina. Draco abre la puerta, mientras los demás aguantan el aliento.
-¡Hey, muermo!-grita una voz desconocida, pero los demás respiran aliviados.
-Joder, Jack, que susto me has dado, pedazo de imbécil. Pasa anda.-mientras el tal Jack pasa delante de Draco, este le da una colleja.
-¿Quién es?-pregunta Óscar a Lucas.
-Es el hermano pequeño de Draco. Él no está con nosotros, estudia en la uni. Pero se pasa a visitarnos a veces.-Los chicos saludan al recién llegado con golpes amistosos en el hombro y le revuelven el pelo, como a un niño pequeño. Draco dice:
-Óscar, Jack. Jack, Óscar, es nuevo.
-Hey, tío, ¿tú sabes en qué marrón te has metido juntándote con mi hermano?-Jack ríe, está bromeando.
-Venga ya, hermanito, cállate.
-¿No se lo has dicho? Qué vergüenza. Aquí donde lo ves, mi querido hermano, es un narcotraficante de cocaína. Exporta a todo el mundo. Entregas a domicilio.
-O dejas de decir gilipolleces, o te doy un cariñoso sillazo en la boca, tú decides.
Jack levanta las manos en señal de rendición y en ese momento Liz sale de la cocina, seguramente confiada sabiendo que no es nadie de administración. Entonces, sus ojos se abren poco a poco y su rostro muestra sorpresa.
-¿Jack?
-¡Liz! Joder, ¿qué haces aquí?
-¿Os conocéis?-pregunta Draco
-Sí, el año pasado coincidimos en una presentación de un libro en Barcelona.-ella ríe asombrada-Qué fuerte, vaya coincidencia.
-Ya ves. Oye, y que...-Liz lo interrumpe, su tono de voz indica disculpa
-Mira, lo siento pero me tengo que ir ya. Ya nos veremos. Eh... Hasta pronto, chicos, y gracias otra vez.-Y se va cerrando la puerta detrás suyo.
-¿Qué hacía ella aquí?-pregunta Jack.
-Siéntate y te contamos, es una historia entretenida.
Y mientras los chicos explican la interesante anécdota, Óscar se queda pensando en la chica que perdió sus llaves y accedió a regañadientes a comer con ellos. Óscar no ve el momento de encontrársela de nuevo en las escaleras del edificio, confiando en que vuelva a despistarse y él pueda volver a ayudarla. Pero hay algo, seguramente el sentido común, que le dice que sus próximos encuentros no serán más que los saludos respectivos cuando se encuentren en la portería del edificio. Solo espera que, por una vez, su sentido común esté equivocado.

Vaya churro me ha salido, no? En fin, a los que me leáis (las que lo hagáis daros por aludidas) deciros que muchas gracias por estar ahí, al otro lado de la pantalla. Os quiero <3

martes, 2 de julio de 2013

Extraña y curiosa invitación

Definitivamente Liz siente que ha perdido el juicio. Está en la cocina de un piso de unos okupas que conoce de hace apenas media hora y les está ayudando a cocinar la pizza. Una voz insistente en su cabeza le grita a pleno pulmón que está loca y que haga el favor de salir de ahí, pero la curiosidad y las ganas de llevarse la contraria a sí misma son más fuertes que su sentido común. No es que esos tipos le den miedo, porque parecen bastante inofensivos, es solo que no está en su comportamiento preparar la comida a unos desconocidos. Y todo esto lo piensa mientras saca de la nevera un bote de champiñones, una lata de atún y otra de olivas. Y ese chico, Óscar, parece como si acabara de llegar. Resalta su forma de vestir, por lo que Liz intuye que es nuevo en el grupo. Esas bermudas son muy elegantes y esa camiseta marca su torso bien definido... "¿Por qué estoy pensando esto? No tiene nada que ver con sus bermudas elegantes." Se dice a sí misma. Mientras extiende la masa con un rodillo, Pablo aparece por la puerta de la cocina con el pelo mojado. Tiene los ojos negros como el carbón, pero son bonitos de alguna manera. Pablo dirige a Liz una sonrisa simpática y ella se la devuelve como respuesta.
-Vaya, vaya... Se te da bien la cocina, por lo que veo- Pablo la mira divertido.
-Y por lo que he oído a través de la puerta, tú estás a punto de convertirte en el sucesor de Ferrán Adrià- contraataca Liz. Él suelta una carcajada.
-Sí, o al menos eso intento- contesta entre risas.-¿Eres nueva, no? Nunca te he visto en el edificio.
-Sí, he llegado hoy. Me he mudado con mi madre desde Barcelona.
-¿Barcelona? Uau, me encanta esa ciudad. En Las Ramblas te forras bailando. Los japoneses son los que más monedas echan.-Liz ríe.
-¿Pero sois todos de Madrid? Explícame un poco vuestra historia.
-Eres cotilla, ¿eh?-Liz se encoge de hombros.- Bueno, pues yo llegué a Madrid con 16 años, después de estar por las calles de Barcelona. Me fui de mi pueblo de Valencia con 14 años. Me encontré con Draco, César, Bruno y Marco en uno de los locales donde bailan y me uní a ellos. De eso hará unos... tres años, sí. Luego vino Lucas y hoy ha llegado Óscar. Hemos hecho su audición en plena calle, es muy bueno.
-Así que él ha llegado hoy, ¿y ya le dejáis entrar en vuestra casa?-Pablo se ríe sorprendido
-Ellos hicieron lo mismo conmigo, igualmente, no veo qué tiene de malo. Además, está en la misma situación en la que estaba yo hace tres años: sin nada. Cuando lleve aquí más tiempo, seremos su nueva familia.
-Eso es muy... ¿bonito?-los dos ríen.
Cuando la pizza ya está lista, solo entre Marco, Óscar, Pablo y César logran convencer a Liz de que se siente mientras ellos ponen la mesa. Liz se debate entre ser simpática y estorbar poco o utilizar su famoso humor mordaz, pero le queda clara su opción más acertada cuando aparece Lucas con una sonrisa de suficiencia en la cara. Liz se aclara la garganta, preparada para atacar, pero Lucas solo se sienta en su sitio, se frota las manos y vocifera:
-¿Pablo, te has perdido en el camino hacia el comedor? ¡Me voy a morir de hambre!
Liz no puede aguantarse la risa, estos tíos son realmente brutos.
-¿Qué te hace tanta gracia, bonita?-le pregunta Lucas, con una sonrisa socarrona.
-Tú- le contesta Liz. La sonrisa de Lucas se mantiene pero sus ojos la fulminan.
-Vale, ¿habéis acabado de pelearos? Lucas, compórtate, es nuestra invitada- interviene Marco y se sienta al lado de ella. Al otro lado se sienta Bruno.
Los chicos empiezan a bromear y a decir tonterías varias, y Liz los observa en silencio con una sonrisa que no se le borra por mucho que quiera, acompañada de una carcajada cada dos por tres. Ellos no intentan integrarla en la conversación y Liz lo agradece, tampoco sabría qué decir, es mucho mejor presenciar el espectáculo de insultos cariñosos que está teniendo lugar en la mesa. Hay un momento que incluso casi se atraganta con la pizza de la risa. Mientras, se seca las lágrimas que las carcajadas le provocan piensa que, al fin y al cabo, no ha sido tan mala idea aceptar la extraña y curiosa invitación que estos extraños y curiosos (y sobretodo graciosos) chicos le han ofrecido.

Pues esto ya está. En realidad quería tardar un poco más en juntar los caminos de Liz y Óscar, pero no he podido resistir la tentación. Ya veremos que pasa.... Besooos!! <3

lunes, 1 de julio de 2013

"Nos importa lo que pasa hoy, ahora"

Un débil golpeteo en la puerta los sobresalta justo cuando, según palabras textuales, el nuevo Ferrán Adrià llamado Pablo saca los ingredientes de la pizza de la nevera. Al principio, todos los chicos se quedan parados, intentando averiguar quien hay al otro lado de la puerta. Es muy extraño que llamen a su piso, pues se supone que los vecinos saben que allí no vive nadie o eso es lo que hacen creer al dueño del bloque. Pero entonces Lucas dice:
-¿Qué os apostáis a que es la chica contestona de antes?- Draco dice:
-Ahora lo veremos.- Y, efectivamente, la muchacha que había rechazado la invitación se encontraba en el rellano con una sonrisa inocente en la cara.
-Hola. Veréis, es que he preferido venir aquí- remarca la palabra "aquí"- antes de mendigar por las calles para poder comprar un bocadillo. ¿Puedo pasar, o la oferta no sigue en pie?
Antes de que Óscar pueda abrir la boca, Pablo se le adelanta:
-Pasa, pasa, no te quedes ahí. ¿Te gustan las olivas y los champiñones?
-Oh, ¿la pizza la cocináis vosotros? Mejor, así ayudo.
-¿Qué pasa? ¿No te fías por si hemos puesto alguna droga para secuestrarte?-replica Lucas.
-No, es solo que me gusta cocinar y así no me siento tan en deuda por haberme dado de comer.
A Óscar se le escapa una sonrisa, esa chica siempre tiene algo que responder. Pablo es el primero en ducharse, ya que tiene que cocinar, los demás se sientan en el gran sofá que preside el comedor. Todos menos Óscar, que se siente absorbido por la impresionante panorámica de Madrid. Los chicos tenían razón,  siente que podría quedarse horas admirando la belleza de las vistas. Por el rabillo del ojo, detecta un movimiento a su lado y gira la cabeza. La chica está a su derecha, con los ojos como platos y boquiabierta, debidamente maravillada por el paisaje. Óscar sonríe:
-Una pasada, ¿verdad? No exageraban para nada diciendo que es increíble.
-Es... ¡uau! No hay palabras- ella suelta una risita tierna y algo hormiguea bajo la piel de Óscar, como una suave corriente eléctrica.
-Ven, que te presento a los demás. Bueno, yo soy Óscar- y le tiende la mano.
-Encantada- y se vuelve para mirar otra vez por el ventanal.
-¿No me vas a decir tu nombre?-pregunta Óscar, extrañado.
-¿Es absolutamente imprescindible que sepáis mi nombre para comer aquí?-ante la mirada atónita de Óscar, ella se ríe y dice- Era broma, tonto. Soy Liz- y le estrecha la mano.
Juntos se dirigen hacia el sofá en el que están tirados de cualquier manera los demás.
-Vale, Liz. Él es Draco, Lucas, César, Bruno, Marco y el cocinillas es Pablo.-los va señalando con la mano cada vez que dice un nombre.- Chicos, ella es Liz.
-Encantada, pero tengo una pregunta. -Draco resopla, sonando aburrido- ¿Cómo tenéis todos estos muebles tan... caros? Lo del piso, lo puedo comprender. Pero... ¿estaba todo amueblado?
-Pues sí, chica lista. Se ve que el viejo rico que vivía aquí la palmó, y por aquí no ha pasado nadie para reclamar nada. Así que, aquí estamos.-dicho esto, Draco se levanta para gritar a Pablo a través de la puerta del baño que se acabará el agua del mar como siga así.
-Pero entonces en cualquier momento puede llegar alguien y echaros a patadas y poneros una buena multa, ¿no?-Liz parece sorprendida de que nada de esto les importe a los chicos. César dice:
-Pues claro que lo sabemos, bonita. Lo que pasa es que nos importa tres pimientos lo que pase mañana. Nos importa lo que pasa hoy, en este momento. En nuestra situación no podemos permitirnos estar paranoicos pensando que mañana podemos estar durmiendo en un cajero.
Liz asiente con la cabeza, comprendiendo, y luego sonríe.
-Me gusta como pensáis. Si queréis puedo empezar yo con la pizza.
-Si quieres, sí- dice Marco
-Vale, ¿qué le echo?
-Pues todo lo que haya en la nevera que tenga pinta de ser ingrediente para una pizza- dice Bruno, antes de colocarse los cascos y cerrar los ojos.
-Muy bien- Liz se dirige hacia la cocina y Óscar no puede evitar seguirla con la mirada, hasta que queda fuera de su alcance. César le tira un cojín a la cara.
-¡Tierra llamando a Óscar! Te estaba preguntando si quieres una cerveza, sordo.
-Eh... no, gracias. Pero una Coca Cola sí estaría bien.
Está pensando en ir a la cocina para ayudar a Liz pero no tiene ni idea de cocinar, prefiere no hacer el ridículo. Así que se sienta en el sofá y coloca las manos detrás de la cabeza, pensando que cada minuto que pasa se alegra más de haberse marchado de casa.

Ya está, parezco patética poniendo comentarios "graciosos" pero es que me sale así, sorry. Besoooos!!! :*

domingo, 30 de junio de 2013

El ático de los okupas

-Pues nada, esto es Madrid. Venga, vamos a ver el piso que nos han asignado. ¿Liz?¿Vamos?
-Eh... sí, sí, vamos. -Liz aún está un poco anonadada por la repentina marcha y además solo ha podido despedirse de su mejor amiga, Paula, por skype. Según el contrato de su madre, solo estarán allí un año, pero si los jefes piensan que su madre se merece un puesto fijo, se quedarán en Madrid indefinidamente.
Acaban de llegar y ya echa de menos la temperatura su ciudad. En Madrid el aire es cálido y el calor se le pega a la piel, abrasándola. Después de instalarse en el piso, su madre tiene que ir a presentarse en el trabajo, por lo que Liz se queda sola, después de una discusión de un cuarto de hora donde su madre insistía en que fuera con ella. Liz coge las llaves y sale a la calle, con un mapa, eso sí. Al final, se harta de ir sacando el mapa cada cinco segundos y comienza a vagar por las calles madrileñas, sin rumbo ni meta fija. Le gusta perderse por ciudades desconocidas, le proporciona una extraña sensación de paz y tranquilidad, sin preocupaciones ni presión de ningún tipo. Además, le recuerda a su padre, porque siempre que iban de viaje los tres él insistía en dejarse llevar y perderse, era un gran aventurero. Ahora, pensar en él le provoca un pequeño nudo en la garganta, pero lo elimina con una sonrisa pensando en alguna anécdota divertida. Cuando son las dos de la tarde, su barriga protesta y la avisa de que es la hora de comer. Se dirige de nuevo a su piso, y le sorprende encontrarlo tan rápido. El portal de abajo está abierto pero cuando llega al tercer piso suelta un taco por lo bajo: ¿y las llaves? ¡Las tenía en el bolsillo del pantalón! Su madre no llega hasta bien entrada la tarde y no tiene dinero para comprarse nada en un bar. Respira hondo para tranquilizarse, aunque ve venir que hoy no come. ¿Cómo no ha podido darse cuenta de que se le han caído las llaves? Se da una palmada en la frente mientras intenta recordar algo, pero nada. Decide esperar en el portal, por si algún vecino caritativo le puede dar dinero para comer algo. Se sienta en las escaleras, coge los auriculares y le da al play. Mientras Rihanna canta en sus oídos, un grupo de chicos no más mayores que ella entra en el portal armando un buen escándalo. Van vestidos con ropas holgadas y oscuras, menos uno, que lleva unas bermudas y una camiseta que se le ciñe al pecho. Parecen estos bailarines callejeros que su madre tanto odia. Si son vecinos, se pondrá muy contenta. Los chicos deslizan sus ojos por encima de Liz y uno de ellos, con una dilatación en la oreja, le pregunta:
-¿Qué haces ahí? ¿El novio te ha echado de su casa?-los demás ríen y Liz esboza una sonrisa, coqueta. Le encanta pelear con tíos estúpidos.
-No, he sido yo la que ha dado el portazo. Cuando discutimos siempre finjo que me voy y luego viene arrastrándose, es muy divertido- como toque final, guiña el ojo. El imbécil se sorprende un poco pero se recompone rápido y se dispone a contraatacar. Pero antes de que pueda abrir la boca y soltar otra idiotez, el chico de las bermudas le pone una mano en el hombro y dice:
-Venga, Lucas, déjala y vámonos.- Liz lo mira con agradecimiento y él le ofrece una sonrisa de disculpa.
Los chicos empiezan a subir por las escaleras y Liz oye que uno dice "aguafiestas". Entonces, el que va en cabeza se gira y le pregunta a Liz:
-Oye, ahora en serio. ¿Qué haces ahí en el suelo?- a Liz la pregunta la coge por sorpresa y balbucea:
-Bueno... yo... es que...eh... he perdido las llaves de mi casa- los chicos la miran curiosos y añade- Y tengo hambre.
Ellos se ríen y luego uno de ellos dice:
-¿Por qué no te subes? Tenemos pizza-parece majo pero los demás le dan... repelús
-Eh... no, gracias. Pero os agradecería que me dierais dinero para comprar algo. Luego os lo devolvería, claro.
Los chicos se miran entre sí y el que le ha preguntado antes levanta una ceja y dice:
-Pues va a ser que no. Buena suerte con los demás vecinos. Son todos unos viejos bordes.- y siguen subiendo por las escaleras.
Liz decide buscar en los buzones y empieza por el único nombre que ha oído: Lucas. No hay ninguno. Decide seguirlos y a juzgar por sus pasos y sus voces, se paran en el último piso y el silencio sustituye su griterío. El ático. Vuelve a mirar los buzones y descubre que el ático debería estar vacío, por lo tanto... ¿son okupas? "Madre mía, vaya vecinos me han tocado." piensa Liz. Pero hay algo, algo muy extraño, que le dice que acepte la invitación y suba a comer pizza con los okupas, y es algo más que no querer morirse de hambre. Es una sensación que no puede explicar, que no tiene sentido, es como una anticipación, un aviso de que sucederá algo. Ese sentimiento ya lo ha experimentado anteriormente, una semana antes de que muriera su padre. Eso no quiere decir que vaya a morir alguien, es solo que ocurrirá algo que pondrá su vida patas arriba. Antes de que se dé cuenta de lo que está haciendo, sube las escaleras y da un golpe con los nudillos al ático de los okupas.

¡¡Se me está yendo de las manos, olé olé!! Pero no pasa nada, que tampoco intento hacer un bestseller, así que... gracias por leerme!!

viernes, 28 de junio de 2013

"Vida de rey sin pagar un céntimo"

El corazón de Óscar debería estar desbocado, dando golpes contra su pecho. Pero no es así, lo único que siente es una euforia mezclada con adrenalina, mucha adrenalina. Combinación explosiva para hacer un gran número. La música empieza a salir de los altavoces portátiles y los chicos comienzan la coreografía, realmente majestuosa. Óscar los observa un poco retirado, esperando su turno. La gente aplaude y los chicos danzan en movimientos limpios y rápidos, algunos con el rostro concentrado y serio y otros con una sonrisa divertida en la cara, mostrando al mundo que lo que hacen es su pasión, su estilo de vida. Cada vez que logran un paso difícil aúllan todos a la vez, un grito de victoria y la gente anima con más ganas. Los aplausos de la multitud retumban entre los árboles de alrededor de la plaza, haciendo que las palomas alcen el vuelo y más gente curiosa se acerque a ver el espectáculo. En cuanto la música cesa, la gente rompe en una ovación enorme, los aplausos y los gritos se hacen más fuertes si cabe. Después de que el público se calme, Draco coge un micrófono:
-Gracias, muchísimas gracias por este aplauso. Ahora, vamos a hacer un reto para comprobar si nuestro amigo Óscar-le señala con la mano- se merece entrar en el grupo. Me explico: él bailará y después lo haré yo. Si él recibe más aplausos se queda, si no, pues va a buscarse la vida. Quiero que seáis justos, no es un juego. Ea, ¡música maestro!-Óscar se dirige al centro de la redonda que ha creado el público.
Respira hondo cerrando los ojos y sin apenas darse cuenta se libera a lo que él más le gusta: sentir el calor del público animándolo, arropándolo; los gritos de aprobación y los silbidos de felicitación; las bocas abiertas y los ojos como platos de la gente impresionada; cámaras de los móviles grabándolo; y por qué no decirlo, las chicas mirándolo embobadas. Sus movimientos son precisos, pero nada bruscos, como si se deslizara suavemente por el suelo o por el aire. El calor del sol le molesta en la cabeza pero no le importa. ¡Cuánto tiempo hacía que no se sentía tan bien! Le da pena que la música termine, si fuera por él hubiera seguido bailando hasta que cayera el sol. La ovación le pita en los oídos: el público aplaude con las manos sobre su cabeza, los niños pequeños incluso saltan. La gente le da una sonrisa alentadora y radiante, y Óscar les concede una reverencia porque en ese momento no le salen las palabras, además de que está sin aliento. Draco está verdaderamente sorprendido, se le nota en la cara. Óscar coge una toalla pequeña para secarse el sudor de la cara y el cuello, se moja el pelo con una botella de agua y después sacude la cabeza, provocando que una chica lance una risita nerviosa. Entonces, Óscar ve como los chicos se reúnen y hablan en susurros. Él sabe que es bueno, en realidad muy bueno, ya que le llegó una solicitud desde una academia de baile de Estados Unidos pero la rechazó porque él quería terminar los estudios del bachillerato, una verdadera estupidez, pero algo le dijo que no aceptara. Draco se acerca de nuevo y hace un gesto con las manos para que la gente se marche, como diciendo "Se acabó lo que se daba". El público, extrañado y enfadado porque quiere ver el final del duelo, hecha unas cuantas monedas de uno y dos euros en un sombrero y se dispersa. Óscar piensa que más tarde le preguntará a Draco por qué no quiere que la gente sepa si se queda o no, es raro. Después de lo que le parece media eternidad, los chicos se acercan, con rostros impasibles para que Óscar no adivine el veredicto.Obviamente, Draco toma la palabra:
-Vamos a ver como te decimos esto. Tú...¿has vivido alguna vez en un ático?- Draco mantiene su pose indescifrable, por lo que Óscar le sigue el rollo.
-Pues no, la verdad. Donde vivía antes era un segundo piso de 80 metros cuadrados. -el chico rubio no aguanta más y suelta una gran carcajada, seguida de las risas de los demás. Draco solo muestra una débil sonrisa.
-Bienvenido a los Tänzer. Ese idiota rubiales que parece que está todo el día fumado y se ríe por todo es Pablo. El que es un armario empotrado andante es Lucas. Los dos gemelos que no se aguantan entre ellos son César y Bruno. El negrito enano -el aludido pone cara de ofendido- es Marco y mi nombre ya lo sabes. 
Óscar va chocando las manos a medida que Draco va diciendo sus respectivos nombres. Entonces, Marco dice:
-Espera, espera. Draco, a ti no te hemos presentado como te mereces, ¿verdad, chicos? Verás Óscar, este tío borde que solo sonríe cuando le dan una sandía fresquita es Draco.
-Ja ja ja, muy ingenioso Marco. ¿Podemos irnos ya? Necesito una maldita ducha.
Y dicho esto, se dirigen al famoso ático, que Óscar intuye que estará hecho una pocilga. Después de que Óscar recoja su mochila del hotel, los chicos empiezan a hablar, interrupiéndose unos a otros y dándose empujones y collejas cada dos minutos, mientras Óscar los observa divertido: son como una familia de hermanos rara, muy rara. Lucas empieza a explicarle como encontraron el piso en el que viven:
-...Y allí acabamos. Ni siquiera nos instalamos, nos quedamos como una hora entera mirando las vistas, son impresionantes, no exagero. Además de que el piso es todo lujo, no sé como alguien lo abandonó, pero mejor así, ese piso estaba destinado a que lo encontráramos nosotros. 
-Ya te digo, es la vivienda que siempre he soñado.- dice Pablo- Todo moderno y caro, carísimo. Es la vida de un rey sin pagar un puto céntimo.
Y siguen andando hacia la casa, sin tener ni idea de lo que se encontrarán en la portería del bloque, sin pensar si quiera en que, a veces, el destino tiene un as en la manga. 

Muchas gracias por llegar hasta aquí, me parece que me ha quedado soso, pero no doy pa' más, lo siento. Muchas gracias!!!! <3
*Para mi Marlene: muchas gasias por ayudarme a encontrar el nombre de Marco, cuantas más veces lo decía mejor lo encontraba!!!! Kisses and *carita perver*